28 noviembre 2010

MARIO CARREÑO MORALES. MARIO CARREÑO PINTOR DEL SIGLO XX.



“Me costó convencerlo: prodigaba artistas, laberintos, estilos, para escaparse y quedarse en el País Primaveral. Hasta que como déspota de la Poesía con un úkase retroactivo lo condené a iluminarnos, a vivir entre nosotros para enseñarnos la luz de cada día.”

(Pablo Neruda)

El artista siempre guardó relación con el espíritu caribeño de sus orígenes en su obra, como lo demuestra en la sensualidad de las formas y en los colores cálidos de sus pinturas.


Cabeza Clásica,1943.
Tinta sobre papel 33,3 x 25,5 cm.

Mario Carreño Morales, nació en la Habana, Cuba, el 24 de junio de 1913. Falleció en Santiago de Chile el 20 de diciembre de 1999.

Mario Carreño

Ingresó en la Academia de San Alejandro en la Habana. En 1932 viajó a Europa donde continuó sus estudios de Artes Gráficas en la Escuela San Fernando, en Madrid. En 1936 la guerra civil lo obligó a salir de España y continuar sus estudios en México, atraído por el arte muralista.
Tras una breve estancia en Cuba, en 1937 regresó a Europa e ingresó en la Academia Julien de París, donde fue alumno de Jean Souverbre.
El inicio de la Segunda guerra Mundial lo obligó a abandonar Europa y se radicó en Nueva York por diez años, los que constituyeron un período muy fructífero de su pintura ”Nacimiento de las naciones americanas”.
Mario Carreño reside en Nueva York,
“Mi inquietud y temor ante la imposibilidad de una nueva guerra mundial, frente al desamparo de la mayoría del género humano incapaz de evitar semejante catástrofe, ya que sabemos por experiencia que la decisión final ha estado siempre en manos de unos pocos.”
(Mario Carreño)


EL NACIMIENTO DE LAS NACIONES AMERICANAS.-


“allí me acomodé en un taller y realicé algunas obras de gran aliento, como un cuadro bastante grande que titulé “El nacimiento de las naciones americanas”. En esa obra quise volcar todos los conocimientos que había adquirido en Europa en materia de oficio de pintura como quien presenta una tesis doctoral. Como tenía una gran admiración por la pintura italiana del Renacimiento creo que en esa tela se reflejan muy profundamente algunos maestros de esa época, como Mantegna, Piero de la Francesca y tal vez Boticelli”.

(Mario Carreño)


Después de su estancia en Nueva York, al regresar en 1941 de nuevo a Cuba.


“Vuelve a mirar todo de nuevo, como si recuperara la vista perdida frente a las cosas, y examina con cuidadoso detenimiento la caprichosa y envolvente naturaleza del trópico”
(José Gómez Sicre)


La producción posterior ya no se encontrará ligada al trasfondo clásico que aparecía desde que llegó de Europa.


En 1946 inició lo que sería una destacada labor docente como profesor de pintura en The New School for Social Research de Nueva York.


Fueron lugares como Francia, Estados Unidos y Cuba donde conoció el éxito y la consagración artística como pintor al óleo, muralista, dibujante, grabador y también académico de importantes instituciones.


Sería en 1948, gracias a una invitación, cuando expuso en la Sala del Pacífico de Chile. Radicándose en este país desde 1958 hasta 1959. Con toda seguridad su amistad con el poeta Pablo Neruda y la propia universidad de Chile, que era el lugar en donde había impartido cursos de arte, tuvieron mucho que ver en la decisión de elegir ese País. Fue una figura destacada en el medio artístico y cultural de Chile, fundando la Escuela de Arte de la Universidad Católica en 1959, junto a Nemesio Antúnez y otros artistas y arquitectos. Mario Carreño obtuvo la ciudadanía chilena en 1969.

Litografia

En 1982, Mario Carreño fue galardonado con el Premio Nacional de Arte, una vez que se había convertido en uno de los pintores más representativo de Chile y con reconocimiento internacional.


Cuenta con una vasta trayectoria, manteniendo una estrecha relación de su obra con sus vivencias y con los acontecimientos de su época, que lo llevaron a imbuirse en los más diversos estilos.


Mario Carreño incursionó exitosamente lo clásico, lo sintético, lo geométrico, lo metafísico en otras tendencias.
Exorcismo en el Lago, 1989.

Fuego en el Batey

Fuego en el Batey es una obra que se había dado por desaparecida durante años y que fue redescubierta en Long Island (Nueva York). En mayo del año 2009 se subastó en Christie´s por un valor de 2.188.100 dólares.

 



Durante la segunda mitad de los años cuarenta, la obra de Mario Carreño se fue aproximando al cubismo. Encontramos composiciones bidimensionales cuidadosamente estructuradas.
Desde 1950 profundiza en los valores plásticos una vez que simplifica y esquematiza su pintura y así logra la autonomía del lenguaje. Es de notar que trabajó con extremo rigor las formas geométricas.

Recinto Alucinante.

En la segunda mitad de los años cuarenta su estilo figurativo iría desapareciendo para entrar en un cubismo y sobre los cincuenta en una abstracción. Posteriormente su obra sufriría grandes ttransformaciones e incluso sobre los años sesenta volvería a un estilo figurativo ya instalado en Chile.

“El primitivo persigue las restantes posibilidades geométricas de la línea, crea triángulos, cuadrados, círculos, ensarta igualdades, descubre la regularidad y, en suma, produce una ornamentación que representa para él no solo el gozo del adorno y del juego, sino una tabla de valores que simbolizan la necesidad y, por tanto, satisfacen las profundas aspiraciones de su alma”
(Guillermo Worringer)
 
Verano, 1961.
Óleo sobre tela, 110 x 110 cm.

Es notorio el dominio, tanto de la figuración como de la abstracción. Fue  en la década de los cincuenta, cuando su obra evolucionó hacia la abstracción geométrica, siguiendo la tendencia impuesta por el neo-plasticismo de Mondrian. Más tarde sus obras mostrarían su propia visión surrealista del mundo, gracias a la influencia de los importantes hechos sociales e históricos de los que fue testigo directo en su país de origen, Europa y Chile.

 

Árbol Tropical, 1993.
Óleo sobre tela, 130 x 100 cm.


Masacarón de Proa, 1981.
Óleo sobre tela 85 x 120 cm.

También realizó una serie de figuras femeninas frente al mar inspiradas en los mascarones de proa de su amigo el poeta Pablo Neruda y que él coleccionaba en su casa de Isla Negra.
El paisaje del norte de Chile fue una constante en la obra de Mario Carreño.


Mascarón.


Sin título-

Sus obras forman parte de importantes museos y galerías, expuso en diferentes países: Museo de Arte Moderno de Nueva York, Museo de Arte Moderno de América en Washington, Museo Metropolitan de Miami, Museo de la Habana, Museo de Arte de San Francisco (California), Museo de Bellas Artes de Caracas, Museo de La Plata (Argentina)... El arte de este artista fue posiblemente lo suficientemente grande internacional como para traspasar las fronteras.


Litografía.


Litografía.





Mujer en la ventana, 1946.


“La comprensión de la pintura supone un acto de fe. La obra pictórica puede irradiar hacia nosotros su oculto sentido espiritual, el hondo caudal de su fuerza íntima. Más si nuestra sensibilidad no vibra ecoicamente con la del artista, el mensaje puede quedar trunco. Ahora bien, existe una cierta jerarquía de obras que nos penetran categóricamente.

Cuando la creación impone el dominio enérgico de esa segunda naturaleza que la vivifica y la hace palpitar, entonces la obra triunfa en una rápida comunicación con nuestro espíritu”.
(Antonio R.Romera. Mario Carreño por Antonio R.Romera)


Cortadores de Caña.

"Cortadores de Caña", es de la primera década de los años cuarenta y su obra era fuertemente nacionalista.
Esta obra nos muestra los cortadores en su faena cotidiana de cortar la caña, resaltan los músculos exagerados de tamaño y los machetes en sus manos, transmite fuerza y movilidad a su vez.
Esta obra utiliza fuertes colores tropicales.


En una retrospectiva que en 2004 le dedicaban en Chile, decían que era: “uno de los exponentes más destacados de la pintura latinoamericana y un extranjero que hizo suya nuestra tierra".



Foto de Calamanda. La Habana, Cuba.

23 octubre 2010

MUSEO BOTERO. BOGOTÁ.



¿Por qué pinta Botero gordos?



Mujer delante de una ventana, 1990. Óleo sobre lienzo, 194x121 cm.

"No, yo no pinto gordos"
(Botero)

El artista responde así una y otra vez a la pregunta.


Jardin patio interior.Museo Botero.Bogotá.

Mano izquierda. Escultura en bronce, 260x140x175 cm.


"Mis esculturas no tiene un mensaje específico, ni social ni de ningún otro tipo. No creo que el arte pueda cambiar la situación política. Mis esculturas no tienen ningún significado simbólico. Sólo me intereso por las formas, por las superficies suaves y redondas que subrayan la sensualidad de mi obra."
(Botero)


En sus obras todo es voluminoso y el artista desea convertir mediante transformaciones o deformaciones la realidad en arte.
Artistas como Rafael, Rubens, El Greco, Picasso... deformaron las cosas y la realidad para expresar lo que querían.


Venus dormida. Escultura en bronce, 152x58x43 cm.


"En Piero della Francesca comprendí el efecto que causa la serenidad. Se trata de una solemnidad sublime, que se puede observar también en el arte egipcio. Siempre me ha conmovido: ¡ hay tantas alusiones en el movimiento rígido!"
(Botero)


Vista sala. Museo Botero.


Botero es un pintor figurativo, pero no realista. Sus obras no plasman la realidad pero se orienta en ella. 


Mujer con fruta.Escultura en bronce, 127x41x48 cm.


La exageración permanente en la obra de Botero, eleva la deformación a regla y así la transforma en su estilo tan personal y único. La deformación en Botero se debe siempre al deseo de elevar la cualidad sensual en sus obras.


Mujer pequeña, 1975. Pastel sobre papel, 170,18x116,84 cm.


En la cultura popular latinoamericana, relacionan lo gordo con buen humor y también con la alegría de vivir, originado por placeres sensuales y también con la apacibilidad.


Museo Botero.

Vista Sala. Museo Botero.


Una Familia, 1989. Óleo sobre lienzo, 241x195 cm.


Botero retrata toda la sociedad burguesa: damas, caballeros, obispos, oficiales, parejas de amantes, etc... en sus cuadros es todo visible. La melancolía, los sentimientos frustrados, las nostalgias son motivos en el arte suramericano, así lo son en Botero, como lo son en la literatura y en la música.


 El estudio, 1990. Óleo sobre lienzo, 257x160 cm.


 "Cuando se observa un cuadro, es importante reconocer de dónde procede el placer. Para mí es la alegría de vivir unida a la sensualidad de las formas. Por esto, mi problema es expresar sensualidad por medio de formas."
(Botero)

Fernando Botero nace en Medellín el 19 de abril de 1932.


Monalisa, 1977. Óleo sobre lienzo, 183x166 cm.


"Para mí, tuvo una gran importancia una personalidad como Rivera. A los jóvenes pintores centroamericanos nos enseñaba la posibilidad de crear un arte no colonizado por Europa. Lo mestizo me atraía, esa mezcla de cultura autóctona y española."
(Botero)


Pareja, 1993. Escultura en bajo relieve en bronce, 246x174x30 cm.


 En su mundo de imágenes figurativas desarrolla una especial dependencia entre el tamaño y la forma, manteniendo cierta autonomía en las proporciones. Así es el eje sobre el cual Fernando Botero desarrolla el carácter de su expresión y mantiene la capacidad monumental en su volumen. 


Arcángel, 1995. Óleo sobre lienzo, 39,37x46,99 cm.


Maribarbola, según Velázquez, 1984. Óleo sobre lienzo, 171x169 cm.


Pareja bailando, 1987. Óleo sobre lienzo, 195x130 cm.


El baño, 1999. Óleo sobre lienzo, 193x111 cm.


La inquietud estética y la búsqueda de la expresión de su propia idéntidad marcaron la evolución de Botero desde sus comienzos.A través de ser ser sincero consigo mismo, de su voluntad, de su autoexamen y por tanto con su origen, encontró dicha expresión.
Las figuras femeninas de Botero son pesadas, como todo lo que él pinta y a pesar de la opulencia de la carne, todas las formas son sorprendentemente antieróticas. Por ningún lado se aprecia el deseo ni la pasión.
El escritor italiano Alberto Moravia escribe: "Esas mujeres no pueden mantener una relación con los hombres, ni entregarse ni unirse con ellos. Y los hombres, tan informes como ellas, se ven sometidos a las mismas limitaciones. Es como una fatalidad de la que nadie puede escapar. Los hombres y las mujeres del mundo informe de Botero pueden tenerse cariño y desarrollar una relación débil y ensoñadora que no conoce pasión alguna"


Adán, escultura en bronce, 115x38x54 cm.


Las esculturas monumentales de Botero se expusieron en Madrid en 1994, en Israel en 1996, en Buenos Aires y Santiago de Chile en 1997 y en Lisboa en 1998, pero para el artista posiblemente se cumpliera su auténtico sueño cuando en 1999, se exhibieron en Florencia junto a las obras de Miguel Ángel, Giambologna o Cellini. Entre sus obras se pudieron contemplar Adán y Eva, la Maternidad y la famosa Mano del artista. Ningún otro artista del siglo XX ha tenido este honor.


Adán y Eva. Eva, escultura en bronce, 118x42x90 cm.


Las esculturas de Botero pueden alcanzar dimensiones enormes, aunque también las tiene de una medidad normal. Entender la obra de Botero resulta probablemente más accesible a través de la escultura que a través de la pintura. Las piezas fundidas y su fina patina llaman la atención por su artesanía profesional, son perfectas, sin falla y brillantes. Aunque los bronces monocromos desconciertan menos en el espacio. De ahí que el irrealismo y la exageración se perciban más claramente como elementos de estilo.
El artista busca todos los medios para expresar lo que quiere. También son seres inanimados; con Botero todo es posible, lo más profundo y lo más simple, así las esculturas de Botero viven bajo la fuerza misteriosa de la imaginación. El poeta alemán Hebbel decía: "El entusiasmo que tiene un artista no puede probarlo sino realizando por todos los medios su arte"... Así es Botero, para expresar lo que quiere busca todos los medios. Las esculturas de Botero tienen vida propia.



Todas las imágenes que ilustran este reportaje son propiedad de Calamanda y le Désespéré de Gustave Courbet.

Jardin patio interior.Museo Botero.Bogotá

12 septiembre 2010

LA NARANJA DE BOTERO.

Fernando Botero. Medellín, 1932.
Cabeza griega. Óleo sobre tela.


"El mejor modo para entender a Botero es ver el Museo Nacional de Bogotá", escribió en 1991, el crítico italiano Vittorio Sgarvi en su visita al país.

                                                                                                      

Fernando Botero. Naranja.


"Mi interés fundamental es pintar una naranja más naranja, que sea todas las naranjas, el resumen de todas".
(Fernando Botero)

                                                 
Museo Nacional de Bogotá.


Museo Nacional de Bogota.


Fernando Botero. Naranja, 1977.
Óleo sobre tela.


Con esta naranja, ampliada, que recubre y estira los límites del lienzo, Botero recuerda nuevamente las tradiciones de la historia del arte: el tema del bodegón, trabajado frecuentemente en Europa del norte durante el siglo XVII. Son bodegones aparentemente inofensivos; pero con una mirada más cercana, se descubre que las frutas son atravesadas por insectos y que las hojas se marchitan. El tema subyacente: el paso del tiempo. En la Naranja de Botero, aparece un gusano que atraviesa la fruta; además del recuerdo de una tradición, este detalle crea una tensión entre formas de dimensiones tan diferentes. (Annick Casciero de Sanjurjo. "Botero. La magia de la realidad" En el Tiempo.)
                                                      

Fernando Botero. 20 de Julio. 1984.
Óleo sobre tela.


El título de la obra alude a la fecha del grito de independencia de Colombia que tuvo lugar el 20 de julio de 1810. El tema hace referencia a la actividad propia de la celebración en un día patrio: las banderas ondean en las casas, las gentes se engalanan y la atmósfera es de fiesta. En el primer plano, los personajes se saludan respetuosamente. Por el tratamiento que Botero da a la escena, las figuras aparecen en un saludo eterno, congeladas en el tiempo y en el espacio.                                                


Fernando Botero. El bosque, 1979.
Óleo sobre tela.


"Ese paisaje con lomita es otra manera de expresar libertad en lo relativo a fijación de proporcionalidad de mis elementos, tal como lo hicieron los pintores del siglo XIII y XIV. Además, las montañas del fondo comunican cierta sensualidad a la tierra, al suelo, con lo cual resuelven otro difícil problema"
(Fernando Botero).


Fernando Botero. El árbol, 1979.
Óleo sobre tela.


El tamaño del árbol en esta obra se extiende por casi toda la superficie del cuadro, el volumen lo da el follaje; estos elementos contrastan con el tamaño de los frutos y el cielo de azul celeste casi plano con nubes blancas alargadas. En la combinación de estos elementos se observan el humor con que trata el pintor un tema tan sencillo.

"Yo digo que lo que me sucede es que como he vivido tan metido dentro del problema de la pintura, si alguien me dice "un árbol", yo no pienso en el "árbol, árbol" que uno ve en la naturaleza, inmediatamente pienso en un árbol pintado por alguien. Cuando uno vive obsesionado con la pintura le puede suceder eso, y a mí me sucede".
(Fernando Botero)


Museo Nacional de Bogotá.


Fernando Botero. Los techos, 1979.
Óleo sobre tela.


En esta obra Botero alude a su permanencia en Cajicá, Cundinamarca, lugar donde se reencuentra con la vida cotidiana de las pequeñas aldeas.


Fernando Botero. Coco, 1951.
Óleo sobre tela.


En 1951, tras su primera exposición individual en Bogotá, Fernando Botero viajó a las poblaciones de Tolú y Coveñas y a las islas de San Bernardo. Allí realizó varios retratos de la vida cotidiana de las poblaciones que visitaba. Coco se enmarca en esta serie que evidencia el interés del artista por las figuras monumentales como componentes constitutivos del espacio. 


Fernando Botero. Los girasoles, 1959.
Óleo sobre tela.


En Los girasoles, Fernando Botero demostró su capacidad de trascender el tema del bodegón para explorar las posibilidades del medio pictórico. El espacio de esta obra no está construido a partir de una idea de adelante y atrás, sino que todo el color de las pinceladas se ofrece simultáneamente en un primer plano que envuelve al observador.



Fernando Botero. Niño de Vallecas, 1959.
Óleo sobre tela.


Fernando Botero es uno de los artistas colombianos que más dedicadamente ha investigado la historia del arte europeo, para reapropiar en sus obras diferentes técnicas y temáticas. Niño de Vallecas es una reinterpretación de una obra del pintor español Diego de Velázquez realizada en 1642. Botero retoma la figura de este bufón de la corte de Felipe IV, explorando un carácter que raya entre lo infantil y lo monstruoso.


Fernando Botero. La italiana, 1954.
Óleo sobre tela.


En este retrato se siente la influencia renacentista de pintores como Piero della Francesca. Corresponde al período en que Botero comenzó a dar peso y volumen a sus figuras. Aquí bordea el contorno con una línea negra y aclara el tono rojo a la altura de la manga.

"El arte, aun en reproducciones, me era casi totalmente desconocido. Luego descubrí la respectiva historia, y copié todo: desde las pinturas de las cavernas hasta la de nuestros días" 
(Fernando Botero)


Fernando Botero. Obispos muertos, 1958.
Óleo sobre tela.


Con un carácter fantástico y caricaturesco, pero a la  vez sombrío, Fernando Botero conforma un arrume de obispos, representantes de la fe católica. Pinceladas cargadas de color definen los cuerpos que yacen solemnemente, en concordancia con los lenguajes plásticos que el artista heredó de su interés por el Renacimiento italiano. Vista en contexto, la obra coincide con un momento histórico en el que la iglesia católica perdía jerarquía política en Colombia.

Fernando Botero. Arzodiabolomaquiq, 1960.
Óleo sobre tela.


En Arzodiabolomaquia, Fernando Botero sintetizó de manera violenta una convergencia entre varios aspectos de la cultura popular colombiana. Las figuras del bien y del mal -del diablo y del arzobispo- se confunden en una masa frenética de pinceladas cuya estructura parece prestada del encuentro de un toro con un torero.



"... Yo pinto colombiano. La verdad es que me nace pintar los paisajes y la gente de Colombia, pues es lo que he pintado toda la vida".
(Fernando Botero)

Museo Nacional de Bogotá.


Fernando Botero. Lección de guitarra, 1960.
Óleo sobre tela.


Hacia 1957 Botero exploró varias posibilidades de construir imágenes con una pincelada suelta y una paleta rica en color y formas que se amplían hasta adquirir proporciones descomunales. Lecciòn de guitarra resume temas anteriormente trabajados por el pintor como la enorme niña, el instrumento musical y la naturaleza muerte con manzanas.


Museo Nacional de Bogotá.

Todas las fotos que ilustran este reportaje son propiedad de Calamanda  y le Désespéré de Gustave Courbet.