30 marzo 2009

PICASSO. EXPOSICIÓN DE PICASSO EN LONDRES.THE NATIONAL GALLERY


Autorretrato (Cabeza),1972
Lápiz y lápices de color sobre papel, 65,7x50,5cm.
Tokio, Fuji Television Gallery


Man with a Straw Hat and an Ice Cream Cone,1938
Óleo sobre lienzo, 61x46 cm.
Musée Picasso, Paris


Pablo Picasso fue una de las figuras más célebres del siglo XX. De hecho, su nombre es sinónimo de arte moderno, mientras que su personalidad cautivó a quienes lo frecuentaron y, al mismo tiempo, fascinó al mundo entero.




The National Gallery. Londres


¡LA GENTE NO ENTIENDE QUE VAN GOGH, SOY YO!
André Malraux. La Tête d´obsidienne(Gallimard.Paris 1974)

Artista emblemático del siglo XX, Picasso se impone por su arte revolucionario aliando la investigación cubista con la afirmación de una visión muy personal. Las rupturas estilísticas marcan su obra: períodos académico, “azul” y “rosa”, cubismo, clasicismo, surrealismo, vanguardia. Libera la imaginación y la técnica hasta las puertas de la abstracción, pero se mantiene voluntariamente en el dominio figurativo. Alterna violencia y poesía. Inagotable, experimenta vías nuevas durante toda su vida, tanto temáticas como plásticas y técnicas.

La vanguardia y el expresionismo le atraen. La miseria, personalizada en prostitutas y alcohólicos, así como el suicidio de su amigo Casagemas, le marcan.

Conocido universalmente desde 1949 por “La paloma de la paz”, Picasso es uno de los artistas más célebres y fecundos. Del mismo modo que Miguel Angel y Leonardo da Vinci, con él cambia la trayectoria del arte.

“Siempre procuro perder de vista la naturaleza. Me interesa la semejanza, una profunda semejanza más real que la propia realidad…”
Picasso

Picasso inventa una nueva plástica: el cubismo, que revoluciona el arte del siglo XX.

Renueva sin cesar los temas tratados: sus naturalezas muertas se inspiran en el universo de los cafés y la música, cuyo simbolismo renueva. El erizo de mar y el gato remiten a la muerte, el toro materializa la fuerza masculina y el caballo herido la feminidad (Guernica).

Las composiciones, las deformaciones impuestas a las figuras crean la emoción buscada por el artista.

En sus cuadros, Picasso introduce papiers collés (diarios, etiquetas de botella) y materiales “vulgares” como la arena, el yeso o un pedazo de tela encerada para reproducir la rejilla de una silla. Crea así el precedente de los ready made. Compone el cuadro-objeto, en el que se asocia lo falso y lo verdadero. En escultura, ensambla objetos o su huella en el yeso y materiales diversos.

Su estética nueva trata simultáneamente el mismo tema bajo diferentes ángulos, reduciendo los volúmenes a un conjunto de superficies planas que presentan múltiples facetas, descompuestas.

Para el rostro, a menudo en forma de máscara primitiva, sigue el mismo tratamiento.

Los desnudos, monumentales y rústicos, imponen dulzura o violencia, curvas o ángulos.

En sus lienzos de la época “azul” o “rosa”, Picasso pinta sobre todo a los personajes: niños, maternidades, retratos de mujeres y, luego, saltimbanquis, escenas de circo.


Arlequín pensativo, 1901
Óleo sobre lienzo, 82,7x61,2 cm
Nueva York, The Metropolitan Museum of Art


Cuando aborda el cubismo, el artista retrata a sus amigos, a sus esposas o compañeras y a sus hijos, pero también pinta desnudos y paisajes. Las naturalezas muertas con instrumentos de música son su tema favorito cuando se trata de “papiers collés”.

A partir de 1933 aparecen los temas taurinos.

Los períodos clásico y surrealista, así como los que siguen, muestran su apego por la figura humana y el animal como símbolo.

El artista emplea múltiples formatos, técnicas y soportes. Trabaja principalmente al óleo sobre tela o madera, pero también introduce texturas inéditas. Se expresa tanto a lápiz como al carbón o al pastel, en guaches y en tinta china, sobre papel o sobre cartón.

Picasso se hace preguntas sobre todas las formas de expresión heredadas de la historia del arte occidental, así como las de otras civilizaciones. Recuerda a los antiguos maestros de Cataluña y de España, y la escultura medieval. Está abierto también al expresionismo nórdico, al postimpresionismo francés y al arte italiano, y se apasiona por el arte “primitivo”.

Aunque viaje a Andorra, Roma y España (1933 y 1934), reside sobre todo en París y el Mediodía francés.

De muy joven se muestra sensible a E.Munch y a Toulouse-Lautrec, Gauguin, Puvis de Chavannes, a los nabis, al arte apasionado y monocromo de su amigo catalán I.Nonell. Asimila fácilmente el estilo de todos estos pintores.

Los diversos estilos que he adoptado en mi arte no deben considerarse como una evolución o como pasos hacia un ideal indefinido de pintura. Cuando he encontrado algo que expresar, lo he hecho sin pensar en el pasado o en el futuro… Si los temas que pretendía representar me sugerían formas diversas de expresión, nunca he dudado en adoptarlas”.
Picasso


El cubismo de Picasso (1907-1914) pone en juego su intelecto personal, excluyendo cualquier manifiesto estético: “El cubismo tiene sus fines plásticos. Sólo vemos en él una manera de expresar lo que nuestros ojos ven y lo que nuestros espíritus perciben, con todas las posibilidades que tienen, en su propia calidad, el dibujo y el color”, declara el artista en 1925. Muestra lo que sabe de las cosas y no lo que ve. Reproduce la realidad suprimiendo la perspectiva, el modelado, el claroscuro, y el color ilusionista heredados del renacimiento, y deconstruye el volumen presentándolo simultáneamente bajo diferentes ángulos (cara, perfil, tres cuartos).

La concepción cézanniana de la forma de los objetos había simplificado los volúmenes reduciéndolos a sólidas geometrías que afloran en la tela, suprimiendo toda perspectiva. En su período cézanniano, Picasso utiliza los colores planos de tonos neutros para unificar lo lleno y lo vacío (Naturaleza muerta de los jarros, 1906, San Petersburgo, Ermitage)

En los años “surrealistas” (1924-1929) asistimos al desarrollo de una producción agresiva, que refleja las perturbaciones cansadas por su relación tempestuosa con Olga. Picasso deja hablar a su inconsciente en una atmósfera convulsiva y onírica (La danza). La figura femenina sufre la violencia de las deformaciones y de los colores. Las formas complejas, metáforas de la sexualidad, se mezclan.

La danza, 1925 .Óleo sobre lienzo, 215x142 cm.Londres, Tate Britain


A comienzos de la década de 1930, el encuentro con Marie-Thérèse Walter y las odaliscas de Matisse le inspiran obras poéticas, sensuales y sosegadas (El sueño). Realiza esculturas con objetos de desecho y grabados sobre temas crueles y misteriosos.


El sueño (detalle), 1932. Nueva York, Ganz Collection


Picasso deja sólidos manifiestos contra las monstruosidades de la guerra civil española y de la segunda guera mundial en Guernica y le Charnier. Los retratos de Dora Maar, deformados, desequilibrados, dislocados, de extremidades infladas y monstruosas (Mujer llorando) traducen su horror a la guerra y al fascismo.


Mujer que llora (1937), 61x50cm. Tate Britain. Londres

De 1946 a 1953 inmortaliza la paz reencontrada y la felicidad familiar con François Gilot. Sus obras creadas bajo el sol mediterráneo, en donde se expresan la robustez y la serenidad, se vinculan a una antigüedad idílica (La alegría de vivir). Abandona la vena decorativa.




La alegria de vivir (1946). Antibes


Los últimos veinte años, los “años Jacqueline” (1954-1973) le inspiran una producción abundante dominada por bellos retratos.
Picasso vuelve a los temas que le gustan: el pintor frente a su modelo, el desnudo femenino, la pareja, el sexo, la tauromaquia. Al elaborar al final de su vida, y no al comienzo de su carrera, como suelen hacer los artistas, variaciones sobre las obras de Rafael, Ingres, Velázquez, Delacroix, Manet y Poussin, Picasso plantea qué lugar ocupa entre los grandes maestros.

Pinto igual que otros escriben sus biografía. Los cuadros terminados son las páginas de mi diario
Picasso

Joven delante de un espejo, 1932
Óleo sobre lienzo, 162x130 cm.
Nueva York, The Museum of Modern Art.

El momento decisivo para la “Joven delante de un espejo” fue probablemente el amor de Picasso por la sensual Marie Therése Walter. De todos sus cuadros procedentes de los comienzas de los años 30 es el más suntuoso y de mayor cuidado por los detalles, al fundir un colorido luminoso, motivos decorativos y trazos descriptivos y expresivos con otros fríamente analíticos. Tradicionalmente, el motivo de la mujer delante del espejo es un símbolo de “vanidad”, en su aspecto tanto moral como temporal. En Picasso predomina la idea de la superioridad del pintor, capaz de crear un cuadro más duradero que el espejo.

La muchacha no sostiene el espejo como un atributo, sino que lo abraza como un segundo yo. Está al mismo tiempo vestida y desnuda, como si estuviera atravesada por rayos X. La forma circular del útero es un “leitmotiv” formal de este cuadro fuertemente erótico.

El artista español declaró: " La pintura es más fuerte que yo, me hace hacer lo que quiere".


AMANTES, MUJERES Y MUSAS.

“Dime tú que lo sabes, dime si es posible que esta tarde llueva en mí el recuerdo húmedo de su rostro”

Picasso

En la vida de Picasso hubo muchas mujeres, desde su primer gran amor, Fernanda Olivier, a quien conoció en 1904, hasta su segunda esposa, Jacqueline Roque, la fiel compañera de sus últimos años. Estas mujeres fueron fuente de inspiración para su trabajo, en el que el tema del amor y el erotismo ocupan un lugar destacado. Dos de las amantes del pintor escribieron libros reveladores sobre él, libros que Picasso trató en vano de impedir que se publicasen.

Hombre con una fuerte y controvertida personalidad, no supo vivir solo.

Pero ¿Qué significaban las mujeres para Picasso? ¿Qué tipo de relaciones afectivas y sexuales pudo establecer un hombre que desde que era un niño se sentía distinto, marginal? A lo largo de su longeva vida conoció, se entusiasmó hasta el éxtasis y convivió con distintas mujeres. Si algo define su existencia son precisamente las relaciones que mantuvo con ellas. Hasta un total de trece, se imbrican en la existencia del artista y en su obra de forma irremediable. La historia del pintor, es la historia de todas estas mujeres que le acompañaron en las distintas etapas de su vida.

A Picasso le gustaba explorar los límites de la sexualidad.

No sólo quería satisfacer sus deseos sexuales sino elevarse entregándose a aquello que la cultura prohibía. Bataille estaba fascinado por la unión de sexualidad, trasgresión y trascendencia que experimentaba Picasso.
Según el escritor: “Picasso descubría el sentimiento de violencia elemental que inflamaba cada manifestación erótica. Por esencia el terreno del erotismo es el terreno de la violencia, de la violación…
Las mujeres son máquinas para sufrir”, afirmó el pintor en una ocasión.

Haciendo añicos el abanico patas abiertas en la butaca de seda
Picasso



Mujer desnuda delante del jardin (1956). Óleo sobre lienzo 130x162cm. Amsterdam


Bibliografía:
Grandes Maestros de la Pintura
Picasso (Carsten-Peter Warncke,Ingo F. Walther)
Picasso y las mujeres (Paula Izquierdo)
Maestros de la Pintura (Patricia Fride R. Carrasat)

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PICASSO EN EL NATIONAL GALLERY DE LONDRES

PICASSO
CHALLENGING THE PAST
25 Febrero-7 Junio 2009







“Pablo Picasso, el innovador más grande de la pintura del siglo XX, fue un estudiante obsesivo de la historia del arte valiéndose de ideas de Velázquez, Ingres, Manet y Cézanne entre muchos otros. A través de la exposición “Challenging the Past” de Picasso en el National Gallery, se invita al espectador a descubrir como Picasso exploró los temas y las materias de la pintura tradicional Europea y creó sus propias respuestas innovadoras”



A continuación se muestran algunos de los cuadros que forman parte de la colección de la exposición.


Las señoritas de Aviñon, 1907
Óleo sobre tela, 2,45x2.35 m.
Nueva York, Museum of Modern Art.



“¿Cómo quiere que un espectador viva un cuadro como lo he vivido yo? ¿Cómo puede alguien penetrar en mis sueños, en mis instintos, en mis deseos, en mis pensamientos, que han tardado tanto tiempo en elaborarse y en salir a la luz, sobre todo para captar lo que he metido en ellos, tal vez, en contra de mi voluntad?”
Picasso

Este cuadro es una obra fundamental del siglo XX: abre la vía del arte moderno.

El trabajo previo hasta la finalización de la tela es considerable: una veintena de obras pintadas, una cuarentena de dibujos, 700 croquis preparatorios. Tras la muerte de Picasso se descubrieron quince álbumes inéditos de esbozos relativos a la realización de esta obra maestra. Hablando de esta obra, él mismo declaro que se había originado en “dos períodos”. Utilizando los materiales más dispares (grafito, carboncillo, pastel, acuarela, guache y tinta china). Esta larga gestión explicita el tema: las prostitutas de un burdel reciben a los clientes (que no se muestran).

Este cuadro, en el que cinco mujeres desnudas interpelan al espectador-voyeur constituye la obra cubista más importante.

La tela presenta características cézannianas por la estructura que articula a los personajes sobre la arquitectura del fondo.

Los dos rostros de la derecha ilustran las influencias ibéricas y africanas: simplificación de las formas, estilización de los ojos.

Las zonas de sombra de esta representación sin profundidad se ejecutan mediante rayaduras. La estilización tan acentuada de las mujeres, a la derecha del cuadro, deforma los rostros y los cuerpos.

Mediante estas innovaciones plásticas, Picasso intenta resolver un problema pictórico: representar las figuras en el espacio sin recurrir a los procedimientos tradicionales

Matisse pasa por la oposición de los colores fauvistas, Picasso por la descomposición de las formas. Aprehende los cuerpos desarticulándolos y fragmentándolos: coloca una nariz de perfil, en un rostro visto de cara, suprime o desplaza partes del cuerpo humano: la boca se sitúa al nivel de la barbilla, los ojos suben hasta la parte superior de la cara. Cada una de las señoritas está aislada en su espacio, su frontalidad y en la estilización de su cuerpo.

Es el espectador quien restablece la unidad de la obra.


FORMAS GEOMÉTRICAS Y PALETA REDUCIDA

Ojos ibéricos. Como la demoiselle, esta figura “ibérica”, de orejas largas y ojos sencillamente estilizados, estaba concebida como una belleza en comparación con las compañeras monstruosamente deformes de la derecha. Aunque la cara esté retratada de frente, la nariz está de perfil.

Seno geométrico. Trazos paralelos rojos y verdes ayudan a definir el seno antinaturalmente cuadrado de esta señorita, y recuerdan tanto las señales de las cicatrices de un adorno tribal como la tradición pictórica occidental, que empleaba el rayado para sombrear.

Contornos color malva. Pintada de perfil, con tonos rosados y ocres, la pierna de la figura que sujeta la cortina queda definida aproximadamente con pinceladas color malva, una combinación de colores que vuelve a encontrarse en la mujer agachada.

Picasso se sirve de una gama restringida de colores, y esto contribuye a dar uniformidad a la composición, a pesar de su deliberada falta de unidad estilística.

La máscara. Sexo y muerte se entrelazan en la monstruosa imagen de la figura enmascarada que está agachada. Sus ojos fijos y asimétricos están pintados en colores contrastantes, mientras que la nariz se curva como una hoz sobre la cara desfigurada por las estrías negras y purpúreas. Esta imagen evoca, al mismo tiempo, las máscaras tribales y los rostros terriblemente deformados de los enfermos de sífilis que Picasso había visto en el hospital de la prisión de St. Lazare.

Fruncido fragmentado. Los pliegues fragmentados y angulosos del paño azul, con sus brillos blancos, evocan a El Greco. Pero esta zona concreta muestra la influencia de la técnica de Cezanne para representar el espacio por medio de planos y facetas, y abre el camino al cubismo.
Naturaleza muerta simbólica. Dispuesta sobre un mantel blanco, con el ángulo de la mesa orientado hacia lo alto (alguno ha visto en ello una metáfora sexual), se presenta esta composición de frutas pintadas en el poco natural color tierra tostada y blanco y pesadamente contorneadas en negro. Esta naturaleza muerta podría ser una evocación simbólica de la decadencia y de la muerte.

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Como todo artista, ante todo soy pintor de mujeres
Françoise Gilot y Carlton Lake, vivir con Picasso (Calmann-Lévy. Paris, 1965)



Muchacha sentada en un sillón rojo (1932) 130x97 cm.
Tate Britain. Londres


La mujer de este cuadro es Marie-Thérèse Walter, uno de los grandes amores de Picasso. Se conocieron en 1927, momento en que el primer matrimonio sólo proporcionaba al pintor una gran infelicidad. La relación con Marie-Thérèse, fue la más intensa de su vida desde el punto de vida sexual, y en muchas pinturas que la representan Picasso pone de relieve la rotundidad de sus curvas. Este cuadro fue realizado en el verano de 1932, en el castillo de Boisgeloup, una residencia campestre cercana a Gisors que Picasso había adquirido el año anterior.

A la mano derecha de Marie-Thérèse le ha dado una forma que recuerda el ala de una paloma, un ave tradicionalmente asociada al amor romántico. Una foto de este período muestra a la muchacha con una paloma en la mano y demuestra que la asociación probablemente no fuera casual.

El busto y caderas de Marie-Thérèse se representan con formas sólidas y turgentes, que sugieren la fecundidad; el delicado color gris tórtola de la piel enfatiza la sensación de color y suavidad.

El rostro se presenta como un círculo casi perfecto, pero está dividido en dos, dando la idea no sólo de dos visiones de la cabeza (de frente y de perfil), sino también de otra cabeza (derecha) que se asoma por la silla para besarla tiernamente.

Los brazos con volutas de la silla en la que se sienta se han exagerado para hacer eco a las formas del cuerpo.


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Las Meninas. Velázquez. Museo del Prado. Madrid

Las Meninas, 1957
Óleo sobre tela, 194x260 cm.Museo Picasso, Barcelona



En sus últimos años de vida, Picasso se preocupó cada vez más de su lugar en la historia del arte y realizó numerosos cuadros en los que se comparó con los grandes maestros del pasado, tomando como punto de partida algunos cuadros famosos para rehacerlos en un estilo que fuese inconfundiblemente propio.

Entre estas obras hay una serie de 44 variaciones sobre “Las Meninas” (alrededor 1656), de Velázquez, la obra maestra más famosa del más venerado de todos los pintores españoles. El original de Velázquez muestra al propio pintor trabajando en una gran tela; la pequeña infanta Margarita está en el centro, en primer plano, con sus damas de honor y sus padres, el rey y la reina, reflejándose en un espejo situado en la pared, a sus espaldas. Picasso ha respetado los elementos esenciales de la composición, pero modificando todos los detalles. El gigantesco mastín de Velázquez, por ejemplo, se ha transformado en un perrito mucho menos amenazador, muy parecido a uno de los pequeños animales que tenía Picasso.

La figura del umbral se ha convertido en una simple silueta negra, más pequeña y enigmática que la figura del cuadro original.

Dos grandes manos se alargan hacia la princesa, enormemente agrandadas con respecto a las de la dama de honor del original.

La princesita del centro del cuadro ha quedado reducida a una serie de formas pseudogeométricas, planas, con un pequeño círculo encima a guisa de cabeza.
Las ventanas están sólo esbozadas en la pintura original, mientras que Picasso las da importancia, y las transforma en formas geométricas robustas.

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“Ya es bastante difícil trabajar solo. Qué idea tan loca traer a otro pintor al estudio”
Hélène Parmelin. Voyage en Picasso (Editions Robert, Laffont. Paris 1980)






El arte moderno tiene que agradecer los impulsos decisivos a la inigualable creatividad y a la incansable sed de actividad conceptual de este artista. En su prolífica producción, Picasso no constriñe su creatividad a los límites de la pintura, cultivando también con igual maestría la escultura, el dibujo, la cerámica, la obra mural y gráfica, el diseño teatral, la poesía, el teatro o el cine. Con más de 15ooo cuadros, 660 esculturas, es uno de los artistas más productivos de la historia del arte, pero quizás la grandeza de este indiscutible genio estribe sobre todo en haber sabido transformar la obra de arte en estado de ánimo, en haber logrado convertir la representación de la realidad en vivencia compartida por espectador y artista.