12 febrero 2009

LAS ESPIGADORAS. EL ANGELUS. JEAN FRANÇOIS MILLET






Millet percibía en el paisaje algo más que lo que se percibe a través de los sentidos:

Cuando regreso a casa por la noche, oigo hablar entre ellos a esos grandes diablos de árboles. No los entiendo, pero esto es culpa mía. Voilà tout ! “.



Jean François Millet



LOS PINTORES DE BARBIZON

JEAN FRANÇOIS MILLET

Gruchy (Gréville) 1814-Barbizon 1875

El “Pintor de los campesinos”

Hijo de campesinos normandos, recibió sus primeras clases de pintura en Cherbourg. Una beca municipal le permitió ir a París y estudiar en el taller de P. Delaroche, pintor de cuadros históricos, de 1837 a 1839. Después se ganó la vida a duras penas con la venta de retratos y cuadros de tema galante de estilo rococó. Entre 1841-1845 vivió frecuentemente en Cherbourg y también pasaría allí gran parte de los últimos años de su vida.

Las escasas marinas que pintó proceden de allí o de El Havre. En 1849 se unió a la Escuela de Barbizon, estableciéndose también en esta ciudad donde viviría pasando grandes estrecheces. Los pintores de esta escuela, Troyon, Díaz, Dupré, y especialmente Rousseau, gozaron de su amistad.

En el curso de los años cincuenta, Millet encontró su tema personal: la representación de la vida campesina. En esta época nacieron sus obras más famosas: “ El sembrador” a conocer en el Salón de 1851, “ El cribador”, “ Las espigadoras” y el “ Angelus”. En ellas, Millet muestra el arduo trabajo de los campesinos, pero no a la manera de Courbet, que refleja su vida llena de privaciones de forma objetiva y realista. Mediante evocadores efectos luminosos y el aspecto voluminoso de las figuras, él otorga a la mísera existencia de estas gentes una solemnidad casi religiosa.

La verdadera humanidad llena de poesía sublime “ se le manifiesta en la miseria de estos campesinos.

En 1867 recibe un premio en la Exposición Universal de París. En su tiempo Millet halló un reconocimiento limitado. Sus composiciones fueron tachadas de subversivas, por sus motivos de tipo social, o sensibleras. Sin embargo, con el tiempo su obra ejercería un gran influjo en la evolución del realismo e impresionaría especialmente a Pisarro y Van Gogh. En 1889, el “Angelus” se subastaría por la astronómica suma de 553.000 francos.

“Es imposible imaginar que esas personas podrían pensar en ser algo distinto a lo que son –declaró en una ocasión Millet-; pero nosotros podemos ver la opresión, aunque ellos ya no la sientan. Quizás se nos muestre para que reaccionemos contra ella”. Este objetivo socio-político que perseguía a Millet con sus cuadros, no se pone de manifiesto en ellos. Pero, al parecer, consiguió reflejar los conocimientos de su público, que le consideraba un republicano revolucionario. Con todo, a muchos de los críticos coetáneos, sus cuadros les parecían melodramas sentimentales.

Cezanne tachaba a Millet sencillamente de “llorón”, a pesar de que –como dijo el propio MIllet- intentó evitar realizar varias versiones de todo lo que pudiera parecer sentimentalismo.

Por el contrario Van Gogh le consideró como su padre artístico y Dalí realizó varias versiones del tema del Angelus, al que dedicó todo un libro.



Salvador Dalí.

Reminiscencia Arqueológica de El Angelus de Millet (1933)


Millet se convirtió en uno de los primeros que, después de los pintores de géneros holandeses, recuperó el trabajo, como tema principal del arte.

Millet dignificó la imagen del campesino.

Aproximándose a Daumier por su sentido del contraste de luces y sombras y de la construcción del cuerpo humano, lograda a través de la simplicidad de sus volúmenes. Su pintura tendió siempre a ser opaca y terrosa.

Baudelaire, espíritu clarividente, pero agrio, le echaba en cara además los asuntos de sus cuadros: “Hace alarde de un sombrío y pesimista embrutecimiento en sus campesinos que excita nuestro furor. Parecen decirnos: somos los “desheredados del mundo, los únicos que producimos gracias a nuestro trabajo”. Alguna verdad hay en ello; pero Millet buscaba algo que un dilettante en pintura, como Baudelaire, no llegaría a comprender.

Millet ante las observaciones adversas de algunos críticos decía: “Creen que me harán retroceder, que me convertiré al arte de los Salones. Pero no: campesino nací y moriré campesino. Quiero pintar lo que yo siento”.

No obstante, cuando murió el artista en 1875, se demostró el aprecio que había suscitado su arte. Después, su gloria creció.


LAS ESPIGADORAS


Las Espigadoras.
Óleo sobre lienzo, 83,5x11 cm.
Paris. Musée d´Orsay
Jean François Millet

Las espigadoras (1857). Famosa obra, que ofrece los más suaves efectos cromáticos. Representa a tres mujeres trabajando bajo el sol.

Constituye una de las obras fundamentales del realismo. El cuadro descubre el aspecto menos bucólico del trabajo rural haciendo hincapié en el social, un motivo que prevalecerá siempre como verdadero interés del pintor. Tres campesinas trabajan el campo iluminadas por una tarde crepuscular que infiere dramatismo a la escena-la aplicación de la luz, a su vez, es una de las características que permite la relación de Mollet con el movimiento impresionista-.

Las mujeres, ataviadas con la vestimenta típica normanda, recogen inclinadas los restos de la cosecha, el trabajo más duro y menos reconocido entre las tareas rurales. La posición de las campesinas –una de ellas, la que se encuentra a la izquierda del cuadro, apoya su mano en la espalda dolorida- y la hora en que se manifiesta la escena, dan cuenta de la fatiga que representa su labor. Sin embargo, Millet sitúa los personajes en primer plano, en una actitud de estoicidad introspectiva y silenciosa, otorgándoles de esta forma un carácter heroico.

Al fondo de la tela podemos observar los almiares y una carreta cargada; más lejos, las casas. Los colores, de gran vivacidad, en el conjunto compacto que forman las figuras de las campesinas, se encuentran acentuados por la leve tonalidad del resto de elementos que completan la composición.

Balzac explica que la recogida de las espigas sólo estaba permitida a las personas que se hallaban en posesión de un certificado de indigencia expedido por el alcalde; el derecho de espigar sólo se concedía a los pobres de la propia población. Es importante conocer estas circunstancias para comprender el efecto que causó este cuadro en su época, cuando un crítico no vaciló en suponer que en “Las espigadoras” se encontraba el “aguijón para espolear los levantamientos de masa y los cadalsos de 1793”.
Los asuntos de los lienzos de Millet, sacados de la vida campesina, son suficientes para considerarlos como revolucionarios, y por ello peligrosos.

En si mismo, el lienzo de “Las espigadoras”, de los más pobres entre los pobres, proporciona una impresión de absoluta armonía. El hombre y la naturaleza en total concordia, como manifestaciones de un orden natural superior. El sol vespertino ilumina expresivamente, por igual, a las personas y al paisaje, bañándolos en tonos suaves. Las pesadas figuras de las mujeres, siluetas monumentales que ocupan el centro, han provocado por su belleza la comparación con las Sibilas de Miguel Angel.

La repetición de la postura agachada y sus movimientos adoptan un ritmo armónico, sin mostrar nada del trabajo y de su esforzada actividad.

Las bañistas (1848), obra de juventud, muestra la maestría del pintor en la ejecución del cuerpo humano, muy bien delimitado, algo que le permitiría dar peso y densidad a los campesinos de sus cuadros. Así fue para “ Las espigadoras” (1857), en la que la deseada pesadez escultural aparece gracias a la síntesis simplificada de las formas; esos personajes, que parecen sacados de un bajorrelieve, realizan su trabajo como si fuera un ritual con lentitud y nobleza.

Los pesados y ajados ropajes están ejecutados con tonos apagados pero animados con los rosas y azules.


Las Espigadoras colgado en la pared del Musée d´Orsay

Jean-Français Millet, representa a estas espigadoras aún trabajando, con los hombros caídos, los rostros anónimos absortos en su tarea, y una luz rasante que destaca los gestos de estas campesinas cansadas, como si una misma mujer fuese vista en momentos sucesivos de su trabajo. Este cuadro fue muy criticado: “Es así como, de la austeridad a la rudeza, y de la simplificación a la abstinencia, los campesinos de Millet vuelven gradualmente a la vida salvajeescribe uno de los críticos más hostiles a Millet.




EL ANGELUS


El Angelus. (hacia 1858/59)
Óleo sobre lienzo. 55.5x66 cm.
París. Musée d´Orsay
Millet


Su célebre Ángelus, con sus dos sobrias figuras a contraluz, es una creación maravillosa.

Bajo el claro del sol poniente, el campesino y su mujer han interrumpido su trabajo para rezar, gozando así de un breve instante de descanso. Al parecer, han tenido una jornada agotadora de trabajo en el inmenso campo de patatas; las herramientas de trabajo indican que, tras la recitación del Ángelus, continuarán esa labor que da la impresión de no terminar nunca. Parecen integrados en un orden natural querido por Dios, en el que desempeñan su trabajo “como el sacerdote un acto sagrado” (según un crítico de la época).

El Ángelus, con sus dos siluetas estáticas que parecen monumentales gracias a la sencilla presentación al dibujo vigoroso y sintético, en medio de una tierra profunda que parece alcanzar el horizonte como si fuera el mar.

La pincelada es densa, los tonos mates. Se trata de una imagen impactante de la que conocemos su extraordinaria popularidad, algo que le ha perjudicado. Reproducida y difundida en todos los soportes, copiada, caricaturizada, El Ángelus fue conocida muy pronto hasta en los rincones más aislados.

El Ángelus, tela monumental a pesar de sus dimensiones modestas, Millet evoca no sólo el trabajo cotidiano de los campesinos, sino también los ritmos inamovibles de esta vida simple, otorgando a sus figuras un carácter de eternidad.

El Ángelus es un cuadro que hice pensando cómo mi abuela, antaño, cuando trabajábamos en el campo, al escuchar el tañido de la campana nos hacía interrumpir nuestro trabajo para rezar el Ángelus por los “los pobres muertos”, piadosamente y con el sombrero en la mano”, escribe en una carta en 1865 en la cual la nostalgia predomina sobre el realismo.


Las figuras de Millet son masas pesadas y tristes, con la cabeza baja, sumidas en la desolada inmensidad de las llanuras inacabables. Sus contemporáneos le reprocharon siempre su visión áspera y triste de la vida de los campesinos. Sin embargo, el pintor consideraba que “Al mirar la naturaleza y los hombres nunca he visto su aspecto alegre”. Para él que parecía escuchar las voces profundas de la naturaleza, interpretaba una realidad que, aun sin comprenderla como él afirmaba, transcendía cualquier sentimiento de complacencia bucólica.

Lo primero para Millet, en el campo, es el hombre. Nunca olvida en sus composiciones
al campesino. “Es el lado humano, lo que me interesa más en el arte… Y jamás se me presenta con cariz alegre; su alegría no sé dónde está, no la he visto todavía… Lo más alegre que aquí he llegado a conocer es la calma, el silencio de los bosques y campos”.

Bibliografia :
Maestros de la Pintura Occidental
Mil pinturas de los Grandes Maestros
Entender mejor la pintura en Orsay.
Museo d´Orsay



Calamanda. París

La realidad es siempre más grande

–mucho más grande- que todo lo

que podamos conocer o que

cualquier cosa que podamos decir

sobre ella. Incluso cabe sospechar

que existe más realidad de la que

todo aquello que medimos

revelará alguna vez


Michel Crichton (1942-2008)
In memorian