15 abril 2009

MATRIMONIO A LA MODA.WILLIAM HOGARTH. ROCOCÓ


El pintor y su pug, 1745
Óleo sobre tela, 90 x 70 cm.
Tate Britain

The Bruiser, C. Churchil, 1763
Grabado, 37 x 28
Andrew Edmunds, London
En el comienzo del siglo de Oro de la pintura inglesa se encuentra una personalidad, HOGARTH, que no conoce ningún tipo de constricción académica ni está vinculado a ninguna escuela, sino que encuentra libertad para una observación sin prejuicios, precisamente en el predominio de su propia individualidad.

Ningún otro artista ha descrito la vida social y política inglesa del siglo XVIII con la agudeza de visión, la mordacidad y su espíritu crítico.

El Rococó, el sublime estilo del Barroco adquiere un matiz desenvuelto y jovial. El sentimiento y la emoción se imponen sobre la razón. Hogarth a pesar de estar formado según la estética rococó, pinta series narrativas para la burguesía urbana.

La fama de Hogarth, figura central en la vida artística de Inglaterra, estuvo unida durante largo tiempo a su vena moralista y satírica.

Conocido entre el pueblo por sus grabados, gozaba de la admiración de los burgueses de Londres por su calidad de retratista, pintor de corte y convencido defensor de la obra reformadora del Parlamento en el campo de las costumbres.


Hogarth Painting The Comic Muse, 1757
Óleo sobre lienzo, 45,1 x 42,5 cm
National Portrait Gallery.Londres
WILLIAM HOGARTH – Londres, 1697-1764

Hijo de un maestro de escuela, entró en 1712 en el taller de un orfebre y grabador, que despertó su interés por el grabado en cobre. Continuó sus estudios en la Vanderbank´s Academy de St. Martin´s Lane y en la escuela de pintura de Thorn-hill, pintor de la corte, con cuya hija se casaría en 1729 y cuya obra despertaría su ambición de convertirse en pintor de cuadros históricos. Esta ambición que mantuvo toda su vida, no se vio nunca coronada por el éxito.

Este joven grabador inglés que tuvo que vivir ilustrando libros. Quien sintió que llevaba dentro un pintor tan bueno como aquellos cuyas obras se hacían venir de fuera por centenares de libras; aunque advirtió que no existía público en Inglaterra para el arte contemporáneo. Como consecuencia de ello, se puso deliberadamente a crear un nuevo tipo de cuadros que atrajeran a las gentes de su país. Se dio cuenta de que se manifestaba allí la tendencia a preguntar: ¿Para qué sirve un cuadro? Y decidió que para atraer a las personas formadas en la tradición puritana, el arte debía poseer una utilidad evidente. De acuerdo con ello, concibió una serie de cuadros que enseñaran las recompensas de la virtud y las consecuencias del pecado.

En Hogarth, lo verdadero se expresa en el inconformismo de su estilo, en una postura poco pretenciosa que relega toda necesidad de representación tras la reproducción insobornable de lo observado.

Personalidad de las más ricas y preclaras de su tiempo, en materia de arte fue un autodidacta, inclinado en principio moderadamente hacia la pintura de estilo flamenco “Jan Steen” y más tarde, poco a poco, hacia experiencias muy distintas entre sí, incluso divergentes, como la de Rubens, Chardin y Rembrandt. Hogarth estudió atentamente a los maestros del pasado y sus procedimientos para conseguir efectos pictóricos; conoció los procedimientos de los artistas italianos de su época, de pintores venecianos como Guardi, de quien aprendió el recursos de evocar la imagen de una figura con unas cuantas pinceladas briosas.

Sus grabados “La carrera de la prostituta“(1732), “La carrera del libertino” (1735) y “Matrimonio a la moda” (1742-1744) fueron rápidamente apreciados y celebrados, de modo que Hogarth tuvo que protegerse jurídicamente contra los plagios. Estas obras que fueron copiadas e imitadas descaradamente por otros, hizo que el artista luchase para que el Parlamento aprobase la ley del “copyright” de 1735, marcó un hito en la defensa de los derechos de autor.
En estos grabados, Hogarth desenmascara el fariseísmo y la hipocresía de fórmulas sociales, la crueldad de los convencionalismos.


La carrera del libertino (El libertino en el manicomio), 1735
Óleo sobre lienzo, 62,5 x 75 cm.
Museo de sir John Soane, Londres


El cuadro “La Carrera del libertino” nos muestra desde la depravación y el ocio hasta el crimen y la muerte, o “Los cuatro grados de la crueldad”, desde un niño maltratando a un gato hasta el adulto convertido en asesino brutal. Cualquiera que viera las series de sus cuadros comprendería todos los lances y todas las lecciones que enseñaban a través de unos temas que resultaban edificantes y a la vez aleccionadores.

Amante del teatro y sobre todo de Shakespeare, se identificó con la gran tradición literaria de su contemporáneos como Samuel Richardson o Henry Fielding, pintó también, aunque con menor fortuna temas históricos y bíblicos, y también excelentes retratos, en algunos de los cuales no puede evitar su espíritu moralista.

Su obra religiosa “Tríptico de la Ascensión” (1753), Bristol, ha sido injustamente calificada de torpe y diletante. Su carácter polifacético se revela también en originales tratados teóricos, como el antiacadémico “Análisis de la belleza” (1753), así como en el estilo personal de sus retratos “El capitán Thomas Coram” (1740).

Capitán Thomas Coram, 1740
Óleo sobre lienzo, 239 x 147,5 cm
The Coram family, Foundling Museum, London

A la muerte de Thornhill, Hogarth se encargó de la dirección de su escuela, no tuvo sucesores directos, pero su obra sentaría las bases de una tradición pictórica inglesa, sobre todo en el dominio del retrato.

FINALIDAD DIDÁCTICA.-

Una cuestión que facilita la comprensión de la pintura de género es el hecho de evaluar en qué medida asume una función de simple distracción o si, por el contrario, encierra una verdad moral o social. En el siglo XVIII, pintores como William Hogarth, trataron de hacer que el género adquiriera una nueva dignidad al aproximarlo a las categorías literarias en boga: la comedia o el drama burgués.

Hogarth empleaba la ironía para condenar los vicios aristocráticos y políticos de la época, las imágenes en un primer momento pintadas y posteriormente difundidas, en forma de grabado, se suceden como instantes teatralizados: narran el destino de los personajes, desde los placeres de los inicios hasta la decadencia final.


Characters and Caricaturas, 1743
Andrew Edmunds, London
Cuando, en muchos de sus cuadros, hace hincapié una y otra vez en la función de la peluca; exagerándola irónicamente como ridículo símbolo de poder de jueces envejecidos y faltos de interés, de petimetres de punta en blanco, de nobles engreídos; cuando muestra cómo la peluca resbala del poco pelo de un galán medio borracho, cómo la deja alguien a un lado, quitándosela deliberadamente, está ejerciendo un a forma de crítica.

Hogarth, es el testimonio de la cultura de su entorno en la Gran Bretaña Georgiana. Pone en imágenes el humor y las convenciones, la sátira y lo imaginario. Apunta a la moralización de la sociedad y a la expresión de una filosofía. Retratista célebre y pintor de escenas de la vida londinense mundana o popular, da a leer sus narraciones y sus descripciones pictóricas, tan pronto esbozadas como finalmente acabadas.

Apasionado por la libertad, proclama también la dignidad y la felicidad de los hombres, denuncia a la nobleza corrompida y desposeída de poder, la religión triunfante que se apoya en la ignorancia y la credulidad, la corrupción de los magistrados, los políticos perversos, la violencia del pueblo, la moda y sus artificios. A todo esto “responde, pictóricamente, Hogarth mediante la insolencia o por una provocación trivial” (P. Georgel, 1978).

El retratista elabora composiciones originales cuando pinta a sus amigos o su entorno, o cuando se pinta a él mismo.

Hogarth hace que nazca una escuela de pintura británica, de la que él es el representante más eminente. Su arte moralizador, cuya ambición es dar lecciones edificantes al pueblo, se opone al arte oficial, aristocrático, de su tiempo.

Célebre en vida, Hogarth conquista un lugar importante y reconocido a través de los siglos.
Artista con mucha inventiva, inaugura un género nuevo al que denomina “tema moderno y moral” y que desarrolla en series.

Este “pintor de historia cómica” (Fielding, 1742) introduce en Inglaterra las conversations pieces. Es el primer retratista de envergadura en describir a la burguesia.

Pinta alrededor de 200 lienzos y realiza más de 250 estampas.

The British Library, London


El artista quiere crear una pintura moralizadora recurriendo a la comedia que “corrige las costumbres mediante la risa (según Hogarth).


SU OBRA MAESTRA. “MATRIMONIO A LA MODA”

Las reglas del ceremonial son las que le dan un carácter satírico.

En 1743 acabó los seis lienzos titulados “Matrimonio a la moda”; en 1745 se publicaron los grabados basados en dicha serie. La sátira brillante que hace de las bodas por dinero, los detalles mordaces de la vida de la clase alta y la maestría en la complejidad de las escenas encuentran su máxima expresión en esta serie, considerada su obra maestra.

Representa imágenes con una ética que parece por completo fuera del ámbito del arte, ya que para Hogarth las consideraciones morales eran infinitamente más importantes que las del arte y la belleza.

Su moralidad estaba fundada en verdades prácticas, buenas y sólidas y no se desviaba con toques de heroísmo, sino que la imbuía de gran fuerza, con tanta vitalidad, que presentó y puso en movimiento tal galería de tipos y personajes cuya ostensible sinceridad prácticamente nos toma por asalto, que cualquier crítica se acalla y las reservas de los más fastidiosos se desvanecen.

Se sabe que alguna vez comentó que creaba “Comedia Pintada” y la consideraba como una obra de utilidad pública.


Scene 1.El contrato matrimonial, 1743
Óleo sobre lienzo, 70 x 91 cm.
The National Gallery, Londres


En una serie de 6 cuadros Hogarth explica la historia ficticia de un matrimonio de conveniencia, que acabará violenta y mortalmente, entre el hijo de un conde y la hija de un rico comerciante.

Los cuadros sirvieron de modelo a la serie correspondiente de grabados en cobre, que fueron encargados anticipadamente, incluso antes de que el pintor los hubiera terminado y encontraron gran aceptación en toda Europa.

“El contrato matrimonial”, pintado según la perspectiva caballera típica del siglo XVIII, puede observarse a la izquierda de la habitación una pareja de novios, sentados en un sofá, que no muestran ningún interés el uno por el otro.

A la derecha los padres negocian. El conde necesita la dote de su nuera para financiar un palacio en construcción que se ve a través de la ventana. Además todos lo detalles del cuadro, incluso las pinturas más pequeñas (copias de italianos) apuntan hacia el curso de los acontecimientos.

La historia que narra la serie trata sobre un aristócrata pobre que quiere casar a su hijo, un vizconde, con la hija de un hombre rico. De este modo su hijo adquiere una buena dote y la muchacha un título nobiliario, lo que actualmente se llama un matrimonio de conveniencia.

La serie se inicia con la presente obra: “El contrato matrimonial”. Aparece representado lord Squander discutiendo los términos del contrato con el concejal y el abogado.
Mientras, el abogado Silvertongue se dedica a cortejar a la muchacha, que acabará convirtiéndose en su amante.

Todo indica que este matrimonio basado en el dinero y la vanidad acabará rompiéndose de la forma más dramática posible.

Lord Squander muestra un pergamino en el que aparece representado el árbol genealógico de su familia, en el que figura Guillermo el Conquistador como su antepasado.

Los perros que aparecen unidos por cadenas en el primer plano de la composición aluden a la unión que se va a producir entre el vizconde y la muchacha rica.

Scene 2. The Tête à Tête


Los dos jóvenes que no se sienten atraídos se pelean.

A William Hogarth le gustaba organizar el espacio de sus cuadros como un escenario teatral y sus obras como series. Logró satirizar con gracia y humanidad.

Hogarth pinta sin malicia, con rostros universales, ya que él no estaba en contra de los individuos sino del matrimonio de conveniencia, de la utilización de los novios para mejorar las finanzas o el rango. Criticó a la sociedad y no a sus victimas.

Sus habilidades se ponen de manifiesto también en la escenografía.

“El matrimonio a la moda” no sólo se pintó. Al igual que otros ciclos de Hogarth, fue ideado al mismo tiempo como modelo para grabados. Las series de grabados constituían una fuente de ingresos para el artista. Una parte de la tirada se vendía por suscripción al precio de una guinea (el importe de dos buenos asientos en el teatro). Una vez publicadas las obras resultaban un cincuenta por ciento más caras.

A Hogarth no le gustaba grabar y encargaba las planchas a expertos franceses. En el Londres de la época había una docena de comerciantes de grabados de cierto nivel. Hogarth tenía una tienda. En Inglaterra resultaba más fácil ganar dinero con hojas satíricas que en ninguna otra parte del mundo.

El Parlamento había abolido la censura y los ingleses mostraban un interés cada vez mayor por la vida social y política. En los cafés había periódicos, las novelas describían la vida de los pobres y los menos favorecidos, y no sólo los artistas gráficos sino también muchos escritores (Henry Fielding, Lawrence Stern), asociaron la crítica con el chiste, la moral con el humor.


Scene 3. The Inspection


El marido se busca un amante.

LOS ACTORES DE HOGARTH NO TIENEN GUIÓN, PERO LOS CUADROS HABLAN Y EXPONEN SU MORAL SIN PALABRAS

William Hogarth censuró determinadas situaciones inmorales de la sociedad por medio de sus populares series ilustrativas, “Las moral pictures”.

Por aquel entonces todavía se creía que los cuadros que representan escenas bajas eran indignos e inapropiados para el arte augusto. Por esta razón, los óleos satíricos como la parodia que se ve en “El contrato matrimonial” no encontraron mucho eco. Por el contrario, sus grabados en cobre, elaborados ingeniosamente según sus propios cuadros, sí fueron solicitados.

Con los grabados más baratos, no sólo llegó a un sector de la población mucho más amplio, sino también a uno que se diferenciaba del público artístico tradicional y que encontró de buen gusto esta serie de ilustraciones costumbristas.

Para el espíritu ilustrador francés, Inglaterra representaba muy a menudo un modelo que debía seguirse. El constante crecimiento de la conciencia de la burguesía fomentó en Inglaterra una posición en la que el interés se encontraba en cosas substanciales y no en imaginaciones mitológicas.

El calificativo “a la moda” viene a decir que lo hacía todo el mundo pero no era bueno.


A Harlot´s Progress, 1732
Andrew Edmunds, London



Scene 4. The Toilette


La esposa recibe a su amante mientras la peinan.

Sentado en el sofá de la derecha el abogado Silvertongue (lengua de plata), por su forma de sentarse evidencia una superioridad con respecto al resto de invitados.

Le enseña unas entradas para un baile de mascaras a Lady Squander (el verbo en inglés significa “derrochar”)

Los invitados beben chocolate y escuchan a un cantante acompañado por un flautista.

Del respaldo de la silla de peinar cuelga una cinta roja con un sonajero. Esto significa que Lady Squander ya ha sido madre.

Encima de la puerta de la alcoba y del tocador lucen sendas coronas, esto quiere decir que el esposo ya es Lord, es decir, que su padre ha muerto.

El peluquero comprueba la temperatura de las tijeras.

Lady Squander viene de gastar dinero en una subasta. Los objetos que ha comprado pueden verse en el extremo inferior derecho del cuadro.

El cantante posiblemente es un castrado y disimula su pérdida con ropa muy lujosa. Luce pendientes, anillos en los dedos, diamantes en la aguja de la corbata y hebillas adornadas en las rodillas y zapatos.

Los castrados despertaban pasiones. La dama con los brazos abiertos parece querer lanzarse a sus pies.

El flautista ofrece un bonito contraste.

El papel del hombre con los bigudíes en el pelo no está claro. No puede tratarse del marido, ya que no coincide con las representaciones de los cuadros, y no le corresponde estar en el nivel de su esposa.

El niño arrodillado con turbante indio parece como encontrarse en casa. Señala el muñeco con cuerpo de hombre y cornamenta, un símbolo del marido carnudo. Pero también es la imagen del dios cazador de la mitología, Acteón, que sorprendió a la Diosa Diana bañándose desnuda, fue transformado en ciervo como castigo y acabó devorado por sus propios perros.



Marriage a la Mode, Plate 4, The Toilette, 1745
Andrew Edmunds, London


Hogarth escondió, a medias, la novela francesa “La sopha (al colocarla entre las piernas del abogado y el respaldo del mueble en el que está sentado).
El libro camuflado en el cuadro es de Crébillon el Joven. Se publicó en Francia en 1740 y la traducción inglesa apareció en 1741. Constituía la lectura preferida de todos los inclinados al erotismo.
La obra de Crébillon es una versión de los cuentos de “Las mil y una noches”. La novela es casi coetánea del cuadro, una réplica francesa de la sólida serie de Hogarth.



Hogarth supo como nadie tomar el pulso de la calle.


Scene 5. The Bagnio


El abogado se escapa por la ventana del dormitorio mientras la dama adúltera se arrodilla a los pies de su esposo. Los ha pillado “in fraganti” y ha recibido una estocada mortal.

Las series de Hogarth son predecesoras del cómic
. Fue el primer pintor importante de Inglaterra sin una formación clásica. Se interesaba más por la sociedad de su tiempo que por los temas de la antigüedad.

Fue un invento suyo, o al menos él fue el primero en realizarlo de manera artística, el presentar una historia desconocida para el público en varios cuadros y sin texto. Se basaba en la cultura general de sus clientes, en su manera de pensar, sus gustos y prejuicios.

A Hogarth le costó trabajo vender los seis cuadros juntos. Eran muchos, y además, los amantes del arte que podían comprar lienzos preferían colgar en sus paredes pinturas que ennoblecieran al hombre y al mundo de la manera tradicional, en lugar de ridiculizarlos.



Scene 6. The Lady´s Death


La viuda se envenena, ya que su amante ha sido condenado a muerte y ejecutado.

Una doncella acerca a la moribunda a su hija para que pueda besarla por última vez.

El airado padre de la mujer le quita el caro anillo del dedo.

En Londres en la década de 1740, los niños no llegaban a la edad adulta, sólo el veinticinco por ciento, eran en mayor medida los hijos de los pobres.

En este matrimonio de conveniencia su hija tampoco vivirá. Lo pone de manifiesto Hogarth en su último cuadro. Representa a la niña con una mancha negra de sífilis, herencia del padre, y con una pierna deforme.

Sus cuadros, en efecto, parecen una representación muda en la que todos los personajes tuvieran señalado su papel, manifestando claramente su sentido por medio de los ademanes y el empleo adecuado de la escenografía. Hogarth comparó este nuevo tipo de cuadro con el arte del dramaturgo y del director de escena. Hizo todo lo posible para destacar lo que llamaba el carácter de cada personaje, no sólo por su rostro sino también por sus vestidos y conducta. Cada una de sus secuencias gráficas puede ser leída como una narración.

Esta modalidad de su arte tal vez no fue tan enteramente nueva como él creyó, como ya sabemos, todo el arte del medievo utilizó las imágenes como enseñanza.




William Hogarth continua siendo un pintor no sólo por su manera de manejar el pincel y distribuir la luz y el color, sino también por la gran habilidad que demuestra en agrupar y repartir sus personajes.

Bibliografia:
Los Maestros de la Pintura Occidental
Mil Pinturas de los Grandes Maestros
Leer la Pintura
Hogarth. Mark Hallet and Christine Riding
Los secretos de las obras de arte
Maestros de la Pintura
E.H.Combrich.La Historia del Arte

Londres

Este personaje autodidacta, desdeñoso de toda cultura, este inglés que no deseaba ser nada más, tuvo cierta influencia sobre los más cultos, refinados, inteligentes, estudiosos y cosmopolitas pintores ingleses; fue instigador y primer presidente de la Academia Real, gran aficionado y coleccionista y un perfecto caballero, autor de importantes escritos sobre arte.