LA LECHERA. RIJKSMUSEUM AMSTERDAM
En sus cuadros todo parece una naturaleza muerta, congelada en una disposición singular.
En su técnica son típicos los intensos contrastes cromáticos.
Vermeer empleó la cámara oscura, gracias a ella, representó espacios inmensamente realistas y evitó deformaciones en la perspectiva.
La representación de las escenas en los cuadros de Vermeer encierra un significado profundo y moral.
El artista crea una distancia entre el espectador y los personajes de sus obras, suele colocar las figuras en el centro del cuadro, de esta forma evita que tengan contacto con los laterales, así evita la impresión de inmediata cercanía.
Los personajes son una parte más de toda la ambientación en sus obras.
En los cuadros de “género” de Vermeer adquieren un carácter sacro los ritos cotidianos, de la vida doméstica. Refleja la vida íntima y cotidiana de mujeres intemporales.
Vermeer con la perfección de su pintura, logra que nos impacte una impresión de naturalidad en cada una de sus obras.
En sus cuadros podemos observar gran cantidad de toques luminosos, a menudo azules y amarillos, como gotas, puntillistas. El cuadro “La lechera” es una magistral naturaleza muerta. Despierta sensaciones visuales y tácticas.
En este cuadro podemos reconocer la técnica de Vermeer del puntillismo, que posteriormente emplearon los impresionistas.
JOHANNES VERMEER VAN DELFT, 1632-1675. Barroco holandés. Siglo XVII
LA LECHERA
Amsterdam, Rijksmuseum.
Esta obra ayudó de manera decisiva al redescubrimiento de la obra de Vermeer y es sin duda el cuadro más famoso del artista.
El estilo de Carel Fabritius (su maestro) se ve reflejado de manera evidente.
La sucesión de planos se abre en primer término con la naturaleza muerta (el cesto y el pan, sobre el paño que viste la mesa).
Los objetos destacan por centelleantes grumos dorados.
La escena se enriquece por la perfección geométrica de los objetos.
Está representada de una manera tan natural y sencilla que es imposible olvidarse de ella, de ahí que sea la mejor representación del artista.
El punteado en esta obra es evidente para realzar los gestos de la figura y la naturaleza muerta en contraste con el sobrio y luminoso fondo de la escena. Esta técnica llevada a cabo por Vermeer en cuadros anteriores, aquí alcanza extremos magistrales.
La actitud de la mujer concentrada en su trabajo y en su dedicación a las labores primarias de la familia, destacan el ideal holandés, resaltando la virtud de los trabajos domésticos, la representación en el cuadro del brasero en el suelo alude simbólicamente a este ideal de afecto.
La mujer también nos llama la atención debido a la sobriedad de su vestimenta y a la escasez de objetos decorativos en ella.
Los Goncourt hablan del paralelismo con Chardin y emiten este juicio en su “Diario”:
“Una igual pintura lechosa, un toque idéntico con pequeñas manchas de color fundidas en la masa, la misma granulosidad mantecosa, el mismo arrugarse de la pasta cromática en los objetos, el mismo punteado de azules, rojos puros sobre encarnados…”
Pero el gran artista holandés fue un gran desconocido para Chardin.
La luz que entra por la ventana hace que el espectador dirija automáticamente la mirada hacia el chorro de leche. Está tan conseguida la representación que casi podemos oír y ver moverse el chorro de la leche. Este acto es lo único que ocurre en la habitación.
En esta obra la textura de la pincelada aumenta la profundidad y la luz a los elementos más simples del cuadro.
Los puntos de luz concentrados en el pan sobre la textura del color beige y marrón hacen que destaquen sobre la mesa y junto a la tela que hay encima, de color más suave.
La mirada del espectador en este cuadro se dirige a la mesa, a los alimentos que hay sobre ella y como protagonista principal la jarra de leche.
Gracias a la ventana la luz se introduce de una manera natural.
En la obra se descubren por todas partes destellos brillantes, mates.
En esas partes se aprecia la pintura más gruesa y así captar mejor la luz.
La criada corpulenta incrementa la sencillez del tema. Es extraordinario como Vermeer representa la escena en un retrato magnífico de una mujer corriente.
En todas las obras de Vermeer podemos observar la utilización del color azul ultramar. Aquí el artista lo emplea en la falda, mangas del vestido y en la tela de la mesa.
La densa y rica textura empleada sirve para añadir vitalidad a las ropas humildes de la mujer y enriquecerlas.
- En el suelo: los azulejos pintados del zócalo.
- El cristal roto de la ventana.
- El brasero sobre el suelo.
Vermeer presta gran atención en la representación de todos los detalles por muy pequeños que sean. La representación es espectacular.
“… la obra de un Vermeer parece desvelar el secreto de su aportación, dando a las apariencias el rigor delicado de su arquitectura, la dulzura musical de su color, la riqueza densa de su materia. ¿No es acaso de la irradiación de esta materia, dispuesta en capas lisas y convexas, a veces también en gotas espesas, cuyas pequeñas cimas reflejan la luz, del suave esplendor del color, de la densidad que poseen sus formas en el aire, de donde nace la “luz” de Vermeer?... “
R. Huyghe (Dans la lumière de Vermeer, 1966)
Este cuadro fue muy apreciado por su precio relativamente elevado (175 florines) cuando se vendió el legado de Vermeer en el año 1696, sólo superado por el de la “Vista de Delft” que se valoró en 200 florines.
En 1908 decidido por el Parlamento, el Estado holandés la adquirió.
“… ¿Y no es así como se llega al “deleite” que Poussin pedía a la pintura?...
En la luz de Vermeer, tan incorruptible como suave, nada vale el testimonio de la verdadera calidad. El arte es despojado aquí de todo artificio, devuelto a su razón de ser. Porque, en última instancia, no es más que una tentativa del hombre por dominar el mundo y así mismo a través de la imagen que sepa dar de ambos, con el fin de llegar al más alto nivel de valor que es capaz de concebir”.
R. Huyghe (Dans la lumière de Vermeer, 1966)
“La lechera”, la obra más emblemática de Vermeer, se expondrá en el Museo Metropolitano de Nueva York. La obra viajará por primera vez a Estados Unidos desde que se mostrara en 1930 en la Exposición Universal.