18 mayo 2009

SARGENT EN ANDALUCIA. Y EN JEREZ...SU FERIA DEL CABALLO

Gitana, 1876
Óleo sobre lienzo, 73,7 x 60 cm.
The Metropolitan Museum of Art. Nueva York



El entusiasmo que Sargent sentía por el arte, la música y la idiosincrasia de nuestro país marcaría de manera significativa su obra.



Foto Calamanda


"Mi caballo se entristece
cuando me ve preocupado.
Se me pone desbocado
y hasta llora algunas veces.
Y es que está bien enseñado".


(Fandango de Huelva de Juan Maria)


Sargent escribiría a su amiga Vernon Lee:

"Me pediste algunas canciones españolas. No encontré ninguna buena. Las mejores son las que se oyen en Andalucía, malagueñas y soleás medio africanas, ritmos sombríos e incansables que es imposible transcribir. Están a medio camino entre las czardas húngaras y las canciones que los campesinos italianos entonan en el campo, por lo general se componen de cinco estrofas y terminan con furia con el tema dominante que se pierde en medio de extrañas florituras y guturales roulades. Las voces gitanas son maravillosamente flexibles..." 



JOHN SINGER SARGENT.
Florencia 1856- Londres 1925


Sargent, Inglaterra 1888
Colección Privada


Hijo de un médico americano emigrado a Italia. Sargent estudió de 1870 a 1874 en la Academia delle Belle Arti de Florencia y en 1874 en el estudio de Carolus-Duran en París.

En 1878 expuso con gran éxito en el Salón de Paris. En 1879 viajó a España, donde descubrió las obras de Velázquez…

En la segunda mitad del siglo XIX, como ya había sucedido un siglo antes, los artistas americanos vuelven a dirigir su mirada hacia Europa y no solamente para aprender, sino para seguir las tendencias que se iban desarrollando.

Sargent se había formado en Europa, en una sociedad de americanos que preferían la vida social y cultural del Viejo Continente.

Aprendió de Carolus-Duran a estudiar con exactitud a sus modelos. Su género preferido fue el retrato, en el que mostró gran destreza.

Aunque en sus obras se pueden apreciar las influencias de Wistler, con el que tenía mucha amistad, de Velázquez y otros artistas españoles, supo expresar con gran maestría su propio lenguaje artístico.

Se le comparó como el Van Dick de los tiempos modernos.

Sargent fue considerado retrospectivamente como el último gran representante de la tradición clásica del retrato.

También está valorado como uno de los mejores acuarelistas.

La vida hogareña de Sargent estuvo rodeada de refinamiento y fuera de ella le influyó de manera definitiva la belleza de Florencia. Gracias a todo ello, cuando Sargent llegó a París, no sólo era un buen dibujante y pintor, sino que tenía un gusto refinado y cultivado, esto influyó de manera definitiva en su carrera.

Su calidad estadounidense, aunque es reclamado como ciudadano del mundo, se detecta en su facilidad para absorber impresiones, en la sutileza de sus métodos, cualidades que son características de lo mejor del arte estadounidense.

Pintor de retratos frívolos a la moda, con una técnica superficial y efectista capaz de disfrazar un idealismo insustancial.”
(German Bazin, historiador)


Foto Calmanda

"Y se amaron
dos caballos,
mire usted que
maravilla..."


Foto Calamanda


"...En la Plaza de la
Mancha,
en el patio de cuadrillas,
se enamoró mi
caballo
de una yegua de Castilla..."

(Sevillana de los Hermanos Reyes)


Foto Calamanda


Sargent, quería que se le identificara como un pintor de la vida contemporánea. Su elección de temas pertenecía a la tradición consolidada del naturalismo rural, pero conjugados con una especial y moderna sensibilidad enfocada hacia la luz y el color.

Sus obras modernas y atrevidas dejan ver la influencia de artistas como Whistler y Degas, pero son excepciones.

Sargent solía pasar los veranos fuera de París, desplazándose a lugares exóticos, Capri en 1878, España 1879, Marruecos 1880, Venecia en 1880-1881-1882. Deseaba conocer el ambiente y el paisaje de lugares lejanos, buscar temas pintorescos que luego pudiera plasmar en las exposiciones anuales del Salón de París, lugar en el que se forjaba la fama de los artistas y se consolidaba su carrera. Sargent se diferenciaba de los demás por su inclinación a los efectos estéticos y hacia el refinamiento pictórico.
Las composiciones de Sargent se distinguen por su manera de interpretar el espacio y la atmósfera.

Admiraba la obra de Manet, era amigo de Monet y demostraba un gran empeño en dejar su impronta como innovador y como individualista.

Sargent en sus primeros años de juventud emprendió una doble vía como retratista y como pintor de género. Posiblemente no sabría todavía qué camino iba a tomar su trabajo y no se decidía a comprometerse con ninguna rama del arte. Como retratista dependía de los encargos que le hicieran, mientras que los cuadros de género los enviaba a las exposiciones.

En 1879, Sargent viaja al Sur, a España, aunque no en verano, sino en otoño. Su objetivo principal era el Museo del Prado, donde estudió la obra de Velázquez que para los artistas de la generación de Sargent, Velázquez era un protomodernista, cuyo dominio de los valores tonales le permitía reproducir una imagen de la realidad sin fisuras. Un buen número de artistas progresistas habían viajado a Madrid antes que él. Sargent hizo al menos 10 copias de los cuadros de Velázquez que hay en el Prado, entre otros “Las Meninas”, “Las Hilanderas”, La Fragua de Vulcano” y retratos de enanos y bufones.
Sargent aprendió allí el dominio de la luz y el valor tonal, la fluidez y el refinamiento de la pincelada, la representación del espacio atmosférico, que tendría grandes repercusiones en su arte. Las copias que hizo en Madrid y en Haarlem, marcan su iniciación, dejaba de ser un estudiante para convertirse en un pintor maduro.

Las experiencias de Sargent en España lo convertirían en un ardiente hispanista. España estaba de moda en París, tanto en el ámbito del arte, como en el de la literatura y la música
, Sargent ponía ante sus ojos una cultura nueva. Goya y el Greco se sumaron a Velázquez en su lista de maestros antiguos dignos de veneración.

En una carta que dirigió, unos años después de su viaje en 1879 a España, a su amiga Violet Paget (adoptó como escritora el seudónimo de Vernon Lee) le decía lo que tenía que ver:
"En Toledo no dejes de visitar una iglesia que hay dentro de la muralla con la tumba de un cardenal, obra de Berruguete y un imponente cuadro del Greco en otra iglesia. Antes era casi imposible poder contemplar el San Francisco de Alonso Cano de la Catedral y había que dirigirse por escrito a un cardenal por lo menos. En Madrid hay una capilla fuera de la muralla que está totalmente decorada por Goya, San Antonio de la Florida, y también hay unos Goyas magníficos en la Alameda del Duque de Osuna, aunque no sé dónde está la tal Alameda, y en la Academia de San Lucas, en donde, además de los cuadros podrás ver las pruebas originales de sus álbumes de grabados.
No juzgues a Goya sólo por las obras del Prado y del Escorial”.


(Carta de 1888, Documentos de Vernon Lee, Colecciones especiales, Millar Library, Colby Collage, Maine)


Desde Madrid, Sargent se dirigió al Sur con amigos en Noviembre de 1879, recorriendo el camino a través de la serranía de Ronda. Visitó Sevilla, porque se conserva un dibujo de un café sobre el que está apuntado el nombre de la ciudad (Isabella Stewart Gardner Museum-Boston).

Viajó a Granada.

Patio de los Arrayanes de la Alhambra, 1879
Óleo sobre lienzo, 52 x 43,2 cm
Colección Privada


Sargent de todos los edificios que conoció a lo largo de sus viajes por España y Marruecos, el que más le impactó fue la Alhambra, no nos puede extrañar porque no ha sido la única persona enamorada de esta bonita obra maestra árabe que se alza sobre Granada. El palacio figura en muchos cuadros y álbumes de grabados desde principios del siglo XIX.

La Alhambra inspiró el relato clásico de Washington Irving titulado “Cuentos de la Alhambra”, que se publicó por primera vez en 1832.

Sargent pintó al óleo y a la acuarela los elegantes patios del palacio, a los que da vida a través del juego entre las luces y las sombras.

En el cuadro “Patio de los Leones de la Alhambra”, Sargent crea una composición simétrica de vanos en arco y esbeltas columnas, dorados por la luz crepuscular. Se perciben dentro de la arquería una serie de espacios vagos y misteriosos; respeta las reglas de la forma y de las proporciones arquitectónicas, utiliza una pincelada libre.



Patio de los Leones de la Alhambra, 1879
Óleo sobre lienzo, 47,6 x 80 cm.


Posteriormente, Sargent volvería a la Alhambra para copiar detalles de su decoración cuando empezó a trabajar en un proyecto de mural para la Boston Public Library. Esta obra que se iba a basar originalmente en el tema de la literatura española, finalmente se inclinó por el del “Triunfo de la religión” y que mantendría ocupado a Sargent desde 1890 hasta su muerte en 1925.

La arquitectura de la Alhambra le proporcionó a Sargent una gran fuente de inspiración. El baile y la música flamenca otra muy distinta.

Sargent que era un gran aficionado a la música, se quedó fascinado con los ritmos violentos y sones desconocidos hasta ahora para él de la música gitana y la gran espectacularidad del baile flamenco.


“El Jaleo”,1880-1882
Isabella Stewart Gardner.
Museo Boston



Estamos, pues, de acuerdo en que este enorme cuadro es sólo un boceto. Pero dicho esto, ¡Qué fantasía tan valiente y viva! ¡Qué animación! ¡Qué finura de inteligencia detrás de la impresión! ¡Y la belleza de la materia, la belleza del color! ¡Caramba! Es como si estuviera uno allí. Siente uno nostalgia de Granada o de Jaén porque esa gran muchacha revoloteando en primer plano, esos andaluces rasgando la guitarra sentados al fondo, contra la muralla gris y desnuda, y esas gitanas estremeciéndose de placer en las sillas, a la derecha, no proceden, se lo juro a ustedes, de la ópera cómica y resultarían ridículos entonando una romanza”.

(Olivier Merson, “Le Monde Illustré”)




En el Salón de 1882, “El Jaleo” de Sargent cosechó un gran éxito y fue el cuadro más comentado de aquel año.


Foto Calamanda


El entusiasmo que Sargent experimentaba con la música española no decayó a su vuelta a París.

En 1883, Sargent escribía a su amigo el compositor Emmanuel Chabrier, invitándole a un concierto en su estudio:
“¿Le gustaría oír una malagueña y una soleá maravillosamente cantadas por una cantante flamenca de pura sangre, una magnífica contralto con una voz increíblemente profunda y gutural? Me agradaría que varios músicos y artistas, así como algunos aficionados, la oyeran, pues así algunos podrían pedirle que cantara en sus soirées. Cualquiera sabe si los ignorantes serán capaces de apreciarla, pero en todo caso a usted le fascinará, mi querido andaluz”.
No habría pasado ni un mes de esto cuando Sargent asistió a la interpretación de la famosa rapsodia de Chabrier titulada “España”.
Sargent posteriormente le envió al compositor un boceto al óleo titulado “Bailaora gitana española”, con la nota siguiente:

“Aquí está la pequeña flamenca que le prometí hace tiempo. Implora su indulgencia.
Todavía tengo el baile de San Vito por haber ido ayer a oír a Lamoreux (orquesta parisina). Con “España” se queda uno de pasmo. Poco faltó para que lanzara el sombrero, el paraguas y los cigarros a la orquesta
”.

(Carta del 21 de enero de 1884, en Delage y Durif)


“Bailaora gtana española”, 1879-1880
Colección privada.
La Bailaora gitana española del señor Sargent es la obra más original del Salón, para quienes no conocen a Goya. En ella se pone de manifiesto la inspiración del maestro de las “Manolas” y de “Los Caprichos”. Hallamos aquí su magistral movimiento y su fantástico claroscuro que relumbra y entenebrece”.

(Henry Moussaye, crítico influyente en “La Revue des Deux Mondes”)
Foto Calamanda


En 1890 en un estudio neoyorquino, Sargent dio una fiesta en honor de la bailaora española “La Carmencita”, cuya carrera quería potenciar y que más tarde pintaría en un retrato de cuerpo entero.

“La Carmencita”, 1890
Musée D´Orsay. Paris


Sargent entretenía a sus modelos con grabaciones de música española, de la que tenía una abundante colección. Regaló discos de música española a su amiga Isabella Stewart Gardner y que todavía hoy se conservan en los archivos del museo de Boston que lleva su nombre.

Añadió el nombre de Albéniz a sus compositores favoritos (Richard Wagner, Gabriel Fauré) y defendía los valores de la música española.

El boceto al óleo que Sargent regaló a Chabrier era el trabajo preparatorio de la bailaora flamenca, de la figura principal de su estupenda composición de “El Jaleo”. Ambas obras tienen el vestido y el revoloteo del chal.
Foto Calamanda


"Bodeguero:
El catavino,
la venencia en la mano
y tú conmigo.
En el silencio,
la solera es el alma
de Dios durmiendo.
¡Alza tu copa
que quiero darte un beso
por cada bota!

Foto Calamanda


"Vendimia:
Ya tienen prisa
que la luz aparece
por la albariza.
Vendimiadores
con el cesto vacío
en los albores.
Pero, al regreso,
el paso aminorao
de tanto peso.

(Sevillanas de los hombres del vino.Pilar Paz Pasamar)

Foto Calamanda


“El baile español”, 1879-1880
Óleo sobre lienzo, 88,2 x 83,7 cm.
The Hispanic Society of America. Nueva York



Sargent recrea en esta obra un baile que había visto en Granada. Tres parejas iluminadas por el resplandor de los fuegos artificiales, bailan en la noche. No podemos apreciar los músicos que se encuentran en último término, pero se puede percibir perfectamente la animación del baile. Esta obra recuerda un famoso cuadro de Whistler titulado “Nocturno en negro y oro: La Caída del cohete”.


Foto Calamanda


"La prima que canta
y el bordón que llora
y el tiempo callado
se va hora tras hora.
Cantares, cantares, cantares..."
(Popular. M. Machado)

Sargent. "Gitana".1876


Bibliografía:
Los Grandes Maestros de la Pintura.
Mil Pinturas de los Grandes Maestros.
Museo de Arte de Brooklyn, Nueva York.
Sargent. Turner.
Isabella Steward Gardner. Museum. Boston.


Foto Calamanda


"Yo tengo un caballo blanco
que solo lo monto yo..."

"Tiene un
lunar en la
frente
tan negro como el carbón..."

(Manuel Molina)




Sargent continuará...


¡Oh ciudad de los gitanos!
En las esquinas banderas.
La luna y la calabaza
con las guindas en conserva.
¡Oh ciudad de los gitanos!
¿Quién te vió y no te recuerda?
Ciudad de dolor y almizcle,
con las torres de canela.

*
Cuando llegaba la noche,
noche que noche nochera,
los gitanos en sus fraguas
forjaban soles y flechas.
Un caballo malherido,
llamaba a todas las puertas.
de vidrio cantaban
por Jerez de la Frontera.
El viento, vuelve desnudo
la esquina de la sorpresa,
en la noche platinoche
noche, que noche nochera.

(F.Garcia Lorca)

03 mayo 2009

WILLIAM TURNER

ULISES ESCARNECIENDO A POLIFEMO
Óleo sobre lienzo, 132,5 x 203 cm. (1829)
Londres, National Gallery


“Uno de los más bellos que se hayan pintado jamás(Walker)


Autorretrato (hacia 1798)
Tate Britain. Londres


“Ahora, huid de Turner –presto-, de la belleza sobria a la locura espumeante. Es un hombre que tiene la manía de pintar atmósferas (…), que piensa que con el centelleo de la luz azul y del azufre puede traducir la armonía de los rayos del sol y los hace flotar en el aire. Es deplorable ver el arte desfigurado con tanta demencia (…) Sin embargo, echad un vistazo a uno o dos esfuerzos por representar lo real y veréis qué validez cromática puede dar este artista al sol y al agua; qué templos puede alzar en el oro que refulge desde el cielo (…) Es impenetrable ese excéntrico señor Turner”.
(Illustrated London News, 13 de mayo de 1843)



La batalla de Trafalgar vista desde la jarcias del palo de mesana del Victory(1806-1808)
Óleo sobre lienzo, 171 x 239 cm.
Greenwich, National Maritime Museum (en préstamo del Tate Britain, Londres)
Firmado abajo, en el centro; sobre el parapeto del Victory: JMW Turner



El 21 de octubre de 1805 tuvo lugar entre las flotas británica y francesa la batalla de Trafalgar y concluyó con la victoria inglesa, pero también con la muerte del almirante Nelson. Su cuerpo fue transportado a Inglaterra por el buque insignia Victory. Turner, acudió a presenciar la entrada del barco al embocar el Midway. Hizo numerosos bocetos e incluso a bordo del propio Victory. El barco llegó a la desembocadura del Támesis el 22 de diciembre de 1805.


JOSEPH MALLORD WILLIAM TURNER
Londres, 1775-1851

CONSIDERADO COMO EL FUNDADOR DEL PAISAJISMO ROMÁNTICO.
Jonh Ruskin describió a Turner como el artista “que más conmovedoramente y acertadamente puede medir el temperamento de la naturaleza”.
Turner vio los temas por encima de todo, y más tarde exclusivamente en función de la luz que absorbe las formas transformándolas en vibraciones cromáticas.

El artista descarta la tradición inglesa y flamenca del paisaje compuesto por detalles definidos y diversos.
Después de su estancia en Venecia, disuelve la tradicional “topografía” paisajística en una única vibración de espacio –luz-.


El sol surgiendo tras el vapor, con pescadores que limpian y venden el pescado, (1807)
1,34 x 1,79 cm.


Tenía 14 años cuando ingresó en la Real Academia, al año siguiente participó ya con una acuarela titulada “El palacio arzobispal de Lambeth”, en una muestra que anualmente organizaba la institución, una costumbre que mantendría hasta el año de su muerte, en el que entonces era considerado “el arte inglés” por excelencia: la acuarela, una técnica que había experimentado un gran impulso en Inglaterra a lo largo del siglo XVIII.

Desde los 16 años y hasta prácticamente su muerte, recorrería los más diversos lugares de Gran Bretaña en búsqueda de temas para desarrollar su labor artística y que más adelante le llevaría por Francia, Alemania, Italia, Suiza, Holanda… Turner viajaba ligero de equipaje; sus instrumentos de trabajo, un paraguas, poca ropa y una flauta.

Tras su imparable estudio y experiencia, se fue transformando el artista en un genio que desentrañaba los secretos de la Naturaleza: tierra, agua, aire y fuego.

Turner a pesar de su evolución, nunca abandonó la Academia, se mantuvo siempre fiel, participando de todas la actividades que derivaban de su pertenencia a dicha institución. Desde 1802 miembro de pleno derecho, cumplió durante tres décadas con sus obligaciones como profesor de perspectiva (1807-1838) y participó en casi todas sus exhibiciones anuales.

El mar, presente siempre en su vida. Turner siente una constante fascinación por los temas marinos, que le acompañaron desde sus inicios. Pintó buques de guerra, barcos de vapor, veleros, barcas de pesca… luchando contra las olas, atracados en el puerto, etc. Supo plasmar como nadie las múltiples tonalidades del agua. El mar en calma, en tormenta, desafiante, amenazante, que cada año se cobraba víctimas de innumerables naufragios, un mar que era medio de vida.


Tormenta de nieve: “Aníbal y su ejército atravesando los Alpes”.(1811)
Óleo sobre tela, 146 x 237,5 cm.
Tate Britain, Londres


Turner, nos muestra en esta pintura el efecto de lo “sublime”.

“Lo que sea que de alguna manera sea terrible o conocedor de objetos terribles o que opere de cualquier análoga al terror, es fuente de lo Sublime”.
(Teoría del arte planteada por Edmund Burke)

Este efecto busca producir en el espectador una fuerte emoción y es un elemento importante del romanticismo.


Turner, hijo de un humilde barbero de Covent Garden, suspiraba por lo sublime. En su busca por lo sublime, Turner realizó gran número de viajes, tomando apuntes de escenarios grandiosos y condiciones meteorológicas extremas, que trasladaba a lienzos y que luego exponía con citas poéticas.

La emulación que hace Turner de la pintura barroca, las convierte en arte culto, pero no excluye referencias modernas.

Sus paisajes atmosféricos y de luminosidad descompuesta influyó considerablemente en el impresionismo.

Su primer viaje a París en 1802, tendría una especial importancia para él. En el Louvre estudió intensamente la obra de maestros antiguos, especialmente las marinas holandesas y a Claude Lorrain, que ejercerían un gran influjo en su pintura. Estos estudios dieron lugar a un cambio de estilo, los efectos atmosféricos de la luz adquieren una importancia cada vez mayor en su obra. Él vio en la pintura un medio de explorar el mundo a su estilo, de forma personal.

La mayor parte de sus cuadros poseen un fuerte contenido simbólico, proponen ilustrar el destino humano y los avatares de la historia.
Turner experimentó emociones y encontró temas de ensueño, que más tarde con su genialidad transformó en sinfonías de luz y de color. Sus imágenes nos fascinan aunque no nos hacen pensar en nada humano, nada preciso, sólo colores y fantasmas inolvidables que se apoderan de nuestra imaginación. La humanidad sólo lo inspira cuando va ligada a la idea de la muerte.

En 1810, Goethe afirmó en su “Teoría de los colores que la contemplación de una sola superficie de color despierta la conciencia de la universalidad y armoniza al espectador con la unidad fundamental de las cosas”.
Los pintores ingleses, como Turner, entre los años 1840-45, realizaron cuadros basados en estos puntos de vista.

La naturaleza inmensa somete a la figura, que casi desaparece por completo, la línea del horizonte prácticamente desaparece. El cuadro (un paisaje, una marina) está cubierto por una gama de tonos concentrada en una porción reducida y se sitúa al límite de la abstracción.

Lluvia, humo y velocidad. El gran ferrocarril del oeste. (Antes de 1844)
Óleo sobre lienzo, 91 x 121,8 cm.


Es inconfundible la textura que Turner da a sus cuadros, la manera en que el artista dispone sus pinceladas y mezcla de colores. Es un estilo totalmente personal y sus seguidores los tendrá mucho más tarde, en el seno de la pintura informalista europea.

Turner pinta un paisaje en el que podemos identificar el puente que cruza el Támesis, entre Taplow y Maidenhead, que forma parte del recorrido que hace el ferrocarril del Oeste.

El pintor se interesa más por crear una atmósfera determinada que por ofrecer un verismo (Realismo llevado al extremo en las obras de arte) naturalista a través de los elementos que representa, al igual que en sus otros paisajes.

El ferrocarril apenas se distingue entre la bruma del ambiente, aparece casi de manera fantasmagórica.

El puente desaparece inmerso en una atmósfera onírica (eliminación del dibujo y los contrastes entre luces y sombras).

Detectamos su presencia por los cambios de color que observamos a la derecha del cuadro.

La bruma y el humo, mezclados con la lluvia, dan lugar a unos efectos cambiantes sumamente interesantes.


El cielo está construido con diversas capas de pintura superpuestas, con efectos de transparencias, que deja ver las que se encuentran en contacto con la tela. Turner con esta técnica consigue efectos especiales.

El tren parece querer salir del lienzo y echarse encima del espectador.
Pinceladas sueltas y vigorosas, colores puros, fuerza, movimiento, se conjugan en este lienzo de Turner dedicado al ferrocarril.

En 1844 expuso esta obra en las salas de la Royal Academy de Londres, el artista habría sobrepasado ya el cenit de su carrera y había conseguido la libertad de expresión, el intenso trazo cromático, vibrante, atmosférico: la abstracción, que convertía la luz y el color en algo más que simples elementos pictóricos.

Turner ha sabido imprimir al lienzo una fuerza que los propios impresionistas no sabrían captar por entero.

Monet no reconocerá la deuda con el artista inglés:
“En el pasado amé mucho a Turner, hoy lo amo mucho menos”
“¿Por qué?”
“No dibujaba bastante el color y ponía demasiado; lo he estudiado bastante bien”
(René Gimpel en su diario 28 de noviembre de 1918)

Este juicio apresurado no hace justicia a Turner, pero tampoco a Monet.

Ruskin, el máximo valedor de Turner, nos cuenta una anécdota poca seria, cree que el origen de este cuadro, se remonta a un viaje en tren en un día de tormenta, en el que se supone que el artista asomó la cabeza por la ventanilla, buscando sensaciones fuertes, Turner reprodujo la experiencia, aunque se supone que nosotros, los espectadores, contemplamos la llegada del tren desde una posición más ventajosa.

El romanticismo del cuadro se puede percibir en la locomotora, elemento de gran modernidad.

“Sin duda fue una improvisación hecha con una furia rabiosa, bosquejando cielo y tierra en un golpe de pincel, una verdadera extravagancia, pero hecha por un loco genial”.(Théophile Gautier –Histoire du romanticisme, 1872)
***
William Turner a su muerte en 1851 y finalmente resueltas las cuestiones legales que suscitó su testamento, como resultado, gran parte de sus obras –pinturas al óleo y acuarelas- por él legadas a la Nación, pasaron a la National Gallery.

Hoy, están distribuidas entre ésta, el Tate Britain y el British Museum. En Trafalgar Square han quedado sin embargo algunas de sus obras más bellas, como “El sol surgiendo tras el vapor”, que Turner deseaba que se colocara junto a otro de sus cuadros.

En la National Gallery, encontramos los cuadros de Turner “La salida del sol a través de la bruma” y “Dido construyendo Cartago”, entre dos cuadros de Claudio de Lorena. Esto se debe a una cláusula del testamento del artista, en la cual donaba estos cuadros al Museo con la condición de que se expusieran entre dos cuadros de Lorena. La Dido de Turner ha sido considerada una de sus más ambiciosas imitaciones de Lorena.
Pero ¿Qué pretendía?... reconocer la deuda con su predecesor o buscar una comparación directa con él… demostró que la pintura de paisaje como género importante había sido una creación del siglo XVII.
Dido construyendo Cartago, 1815
Óleo sobre lienzo, 155,5 x 232 cm.
The National Gallery. Londres.




Charles Baudelaire declaró: “El romanticismo reside (…) en la manera de sentir. A mi juicio, el romanticismo constituye la expresión más reciente de lo bello. Quién dice romanticismo dice arte moderno, es decir, intimidad, espiritualidad, color y aspiración al infinito, todo ello expresado por los medios artísticos”.
En el siglo XIX cuando Hegel asignó a la pintura la misión de plasmar el infinito, se encontraba en la base de las concepciones románticas.

El paisaje muy poco representado en el continente, en Gran Bretaña experimentó un cambio radical en cuanto a las normas. Turner, acuarelista de formación dió lugar a obras monumentales cuyo verdadero tema era la celebración de las fuerzas de la naturaleza, las armonías del cielo, la luz de un amanecer, el mar, el fuego, la vibración de la atmósfera, etc.

Turner compone escenas espectaculares, históricas o modernas, en el que intenta recrear con un colorido difuminado, los efectos de la luz.

Luz y color (La teoría de Goethe).1843
Óleo sobre lienzo, 78,5 x 78,5 cm
Londres. Tate Britain




Turner anticipa el arte del siglo XX.
Los espacios cromáticos autónomos de Turner ejercieron una fuerte influencia sobre el Impresionismo.

Turner estructuró cada cuadro a partir de un contraste específico de colores:
1.- negro-marrón-blanco amarillento o amarillo-rojo.
2.- negro-ocre-blanco-azul.

El tema es únicamente un pretexto para desarrollar esos contrastes. De ahí que se conviertan en un medio para expresar la lucha de las fuerzas elementales del universo, que se presentan como luz y oscuridad ó fenómenos climáticos.



Tormenta de nieve, 1842
Óleo sobre lienzo, 91,5 x 122 cm.
Tate Britain, Londres.


Turner se hizo atar durante cuatro horas a un mástil del Ariel Harwich, para observar con exactitud el temporal en alta mar.

Turner se encontraba en esa tempestad.

El cielo y el mar se unen para crear una unidad de torbellinos de color marrón oscuro –gris verdoso hasta blanco alrededor del barco; sólo una pequeña superficie del cielo, de color azul claro, permite esperar que este fenómeno natural acabe.

El ojo no puede encontrar un punto fijo.
Un vapor situado delante de un puerto hace señales y avanza a la sonda.

“Este caballero, en ocasiones anteriores escogió pintar con crema o chocolate, yema de huevo o gelatina de grosella; aquí usa todo su aparato de ingredientes de cocina”.
(Athenaeum, 14 de mayo de 1842)

Ruskin desconcertado con las últimas obras de Turner, en ocasiones tuvo que colocar marcas en las pinturas para saber cual era la parte de arriba y cual la de abajo.
"El Guerrero Temerario" remolcado a su último fondeadero, 1839
Óleo sobre lienzo, 91 x 122 cm.
Londres, National Gallery




El “Guerrero temerario” se expuso en la Royal Academy en 1839 con una cita del poema de Thomas Campbell “Marineros de Inglaterra”:

La bandera que soportó la batalla y la brisa
ya no le pertenece
”.


El Temerario se distinguió en la batalla de Trafalgar en 1805.

La Marina Británica tenía órdenes estrictas de retirar cualquier parte útil y salvable de un barco, antes de retirarlo para su desguace.

Turner encontró el viejo barco, vendido y remolcado para el desguace. En este cuadro el barco está manipulado con fines pictóricos y simbólicos: Empastes espesos que contrastan con zonas pintadas de forma ligera, los colores van de la luz a la oscuridad.

Turner crea la escena de un “Temerario” fantasma y un remolcador negro, arrojando fuego y hollín contra una puesta de sol fantástica.
Muere una época heroica, mientras llega otra edad de vapor y dinero. El sol poniente señala el final de una, mientras el reflejo de luna el nacimiento de la otra. El último destino del “Guerrero temerario” recuerda el fin de toda vida humana. Turner parecía lamentarse de la revolución industrial.
Cuando “El temerario” en 1838 fue transportado río arriba, no le quedaba ninguno de sus mástiles. Turner, al pintar todos sus mástiles y velas, le quiso devolver su gloria de antaño, como luciera en sus días de esplendor treinta años atrás.

Turner para dar al “Temerario” una presencia majestuosa lo pintó en alto, con la quilla apenas oculta bajo el agua, como elevándose por encima del mundo terrenal.

“Visto contra la luz de la puesta de sol, que casi la eclipsa, el Téméraire, otrora, gloria de la valentía británica en las guerras napoleónicas, se convierte en un fantasma en su camino al cementerio de barcos. La amargura de esta sepultura simbólica queda subrayada aún más por el tranquilo y pequeño vapor remolcador, que da la nota realista del aquí y ahora terrenos en el espectáculo de visión, donde las grandes proezas humanas desaparecen tras un horizonte lejano”
(Robert Rosenblum)

John Ruskin escribe: “Nunca más volverá el sol a extender sus dorados vestidos sobre él, ni la luz de las estrellas centelleará en las olas que salen de él cuando avanza por el mar…El hijo del marino no podrá responder ni saber qué rocío nocturno se esconde en lo profundo de las hendiduras causadas por la guerra en la madera del viejo Téméraire”.
Turner calificó este cuadro como “su preferido”, se ha interpretado también como una reflexión del pintor sobre su vejez y la muerte.


El crítico John Ruskin, el máximo valedor de Turner en el tramo final de su vida, profundamente afectado por la muerte del artista, afirmó que con ella “iban a olvidarse en un sollozo más misterios de la naturaleza de los que podrían redescubrir los ojos de toda una generación”.


Bibliografia:
Los Maestros de la Pintura Occidental. Ingo F.Walter
Maestros de la Pintura
The National Gallery.Erika Langmuir
1000 Pinturas de los Grandes Maestros
Los Grandes Genios del Arte. Turner
Museos del Mundo
La Historia del Arte. E.H.Gombrich



La amenaza de una fuerza apocalíptica domina todas sus obras. La violencia era parte ineludible de su pincel.
L.Gowing
(Turner Imagination and Reality, 1966)
Turner... ¡ Fantástico !... Sublime.
Es uno de mis pintores preferidos.
A César Lamara.-